Pato confinado

La cúrcuma no es un ‘superalimento’ y, en exceso, podría ser perjudicial

Cúrcuma.
Cúrcuma. Foto: Stevepb. Pixabay.

Vivimos en la era de los ‘superalimentos’. Es decir, de los excesos del marketing nutricional. Uno pierde la cuenta de la cantidad de frutas, verduras, setas, raíces, algas, cualquier cosa, mientras sea exótica, nueva y, a veces, cara... que ofrecen el oro saludable, la lámpara del genio, el nutriente filosofal.

Sirven para todo, y tienen la capacidad de multiplicar los precios de las materias primas en origen. Son como el bálsamo de Fierabrás que aparece en El Quijote: una panacea cervantina.

Tienen una característica común: pelean por captar nuestra atención, desean que los convirtamos en el pilar de nuestra dieta ‘healthy’. Aguacate, quinoa, kale, té verde, cacao... cada año, cada mes, es uno distinto. Todos ofrecen lo mismo: una salud de superhéroe, una descarga de nutrientes galáctica. Pero la realidad suele ser distinta o, muchas veces, exagerada.

Más allá de que contengan vitaminas o minerales preciados (los mismos que una naranja), estos 'superalimentos' nos desvían de la fuente de salud principal: una dieta equilibrada y, a poder ser, mediterránea (pues por fortuna es la zona donde nos ha tocado vivir, en la que podemos encontrar los productos de temporada). La locura llega a tal extremo que se quiere sustituir una de las grasas vegetales más saludables que existen, el aceite de oliva virgen extra, por otra con menos propiedades, como el aceite de coco, en nombre, una vez más, de este juego de los milagros.

Con la cúrcuma y la curcumina (uno de los compuestos que la forman) ha pasado algo parecido. Solo es necesario acudir a Google y teclear su nombre junto al concepto de "superalimento". La llaman el "ibuprofeno natural". Esto ha puesto en alerta a las autoridades sanitarias por su uso como suplemento dietético, ya que podría ser menos saludable de lo esperado si se exceden las cantidades o si se padecen trastornos hepáticos o biliares.

Si la semana pasada hablamos de las algas marinas y de lo que debíamos de tener en cuenta para consumirlas de forma segura, hoy nos centramos en otro de estos exóticos elementos.

Mucho se habla del curry y de sus propiedades. Y es cierto que las especias, en general, son idóneas para nuestras recetas. Tienen, en su justa medida, buenas propiedades, y nos ayudan a reducir la sal. Cuando se habla de los "superpoderes" del curry se refieren a la cúrcuma que contiene, porque el curry, a pesar de tener un homogéneo color amarillo en nuestros supermercados, no deja ser una mezcla de distintas especias procedentes de la India (un masala), que los árabes primero, y después los británicos tras la colonización, expandieron por el mundo.

Su intenso color dorado sale de esta cúrcuma, una especia procedente de una planta herbácea y que ofrece excelentes alicientes gastronómicos. La cúrcuma podría tener beneficios saludables (pero al tomarse como condimento y en pequeñas porciones apenas tendrían un impacto significativo en el organismo, según los nutricionistas). No obstante, puede presentar riesgos y contraindicaciones si se toma como complemento alimenticio en altas cantidades y sin una recomendación médica.

El curry está tomando más relevancia en nuestras dietas, sobre todo entre los amantes de la comida exótica (es la marca de la casa de la excelente comida hindú), y entre los vegetarianos y veganos que buscan dotar de mayor consistencia a sus platos. Obtiene el amarillo de la rizoma de la Cúrcuma longa (la raíz), planta que pertenece a la misma familia que el jengibre. La curcumina es el pigmento de este vegetal que se emplea como colorante textil y alimentario y como aditivo, identificado en Europa por la nomenclatura de E-100. Como aditivo está en muchos productos que presentan dicho color, como la mostaza, mantequillas o quesos.

Indios, árabes y asiáticos usan el curry y la cúrcuma para condimentar el arroz, las salsas y los estofados. Es una especia que aporta sabor, aroma y color. Pero esto no significa que sea un 'superalimento', aunque es cierto que, desde hace siglos, se utiliza en la medicina india ayurvédica o en la tradicional china, empleándose la raíz fresca de la planta.

De esta especia se apunta que tiene propiedades antiinflamatorias, antioxidantes y que podría proteger la memoria. Hay discusión al respecto y se sigue investigando, pues algunos estudios han encontrado propiedades prometedoras y otros niegan la mayor. Se ha dicho, entre otros milagros, que frena el alzheimer o el crecimiento de células cancerosas (cosa que no está a día de hoy demostrada).

Como ocurre con los alimentos de moda, muchas veces se exageran sus propiedades, o se apunta a unos beneficios que no están avalados por la ciencia. Esto no impide que a veces se vendan los suplementos alimentarios como si fueran herramientas mágicas que curan múltiples enfermedades. Alegan que la cúrcuma tiene efecto si se toma en mayores cantidades, no solo como condimento. Pero los datos científicos fiables siguen siendo escasos y las autoridades sanitarias europeas no reconocen a día de hoy los supuestos efectos curativos de este compuesto.

Hace unos días, la OCU iba más allá y aconsejaba usarla solo como condimento en la cocina, "a no ser que un médico prescriba algún medicamento que contenga extracto de cúrcuma entre sus ingredientes". La moda de estos suplementos es la que ha levantado suspicacias. Existen sospechas de que alguno de estos complementos podría haber causado daños hepáticos, aún siendo naturales, en ciertas personas.

En 2019, Italia paralizó la venta de varios lotes de una marca de suplemento de cúrcuma porque las autoridades consideraron que podía ser el causante de varios casos de hepatitis. Bélgica hizo otro tanto. Los italianos han regulado la dosis en sus productos. Muchos nutricionistas y organizaciones apuntan al debate sobre estas modas en nutrición, que pueden llevar a personas sanas a un consumo excesivo de ‘superalimentos’ o al empleo de complementos dietéticos sin causa justificada, obteniendo a veces el resultado contrario al esperado: un empeoramiento de la salud.

Como ocurre con las algas y los metales pesados, la Agencia Española de Seguridad Alimentaria y Nutrición (AESAN) publicó a finales del año pasado un informe sobre los riesgos asociados al consumo de estos complementos alimenticios que contienen la curcumina como ingrediente principal.

Faltan estudios y se opera con un principio de precaución, pero allí se fijaba unos límites para el consumo humano, pues en exceso, dicen, podría ser perjudicial. "Una ingesta diaria admisible para la curcumina de 210 mg/día en un adulto con un peso corporal de 70 kg.". No debería sobrepasarse esta cantidad.

Se ha tener en cuenta que dichos preparados pueden contener además otros polifenoles de la misma familia (curcuminoides) que aumentarían el impacto. Tampoco recomiendan dar estos suplementos a menores de 18 años (pues "no existe información sobre la ausencia de efectos adversos"), embarazadas y lactantes (pues podría traspasarse por la leche materna). Advierten, por otro lado, que podrían impedir la correcta absorción del hierro.

La Agencia Europea de Seguridad Alimentaria sigue sin reconocer los efectos "sanadores" que se le atribuyen a la cúrcuma, si bien la Agencia Europea de Medicamentos le reconoce efectos en el tratamiento tradicional de la indigestión (sensación de plenitud, flatulencia y digestiones lentas).

Algunos estudios apuntan a que la curcumina no es fácilmente absorbible por el organismo y que por ello es difícil beneficiarse de sus propiedades saludables. También se añade que en exceso puede provocar reflujo ácido, hipoglucemia (con especial atención a las personas con diabetes) y otros efectos secundarios.

Aunque se sigue investigando, parece claro que la cúrcuma no es la panacea que algunos prometen. Si se toman dichos complementos no se debería superar la dosis diaria recomendada. El Santo Grial sigue siendo una dieta saludable, variada y equilibrada, junto al ejercicio físico.

Aún con todo, la cúrcuma o el curry son unas especias interesantes, y una forma excelente de alegrar una comida, ya que combinan especialmente bien con los vegetales (y los vegetales comestibles... son 'superalimentos'). Pero cosa distinta es convertirlos en potencias de una salud de pastilla, tomar sin prescripción médica unos compuestos que no han demostrado muchas veces su eficacia y que incluso en exceso podrían llegar a ser perjudiciales.

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