Recuperar el presente

Varoufakis: "Una buena sociedad no es compatible con el capitalismo"

Europa ha sido seducida y raptada. En la antigüedad, por Zeus, dios todopoderoso, transformado en toro, tal y como nos cuenta el mito. En la actualidad, por los todopoderosos mercados, transformados, en este caso, en la Troika. Lo que antaño fue un mito, ahora es una violenta realidad, de la cual Grecia también es el escenario principal. Paradójicamente, el país heleno ha tenido que renunciar a la democracia para adaptarse a las imposiciones políticas y económicas de un organismo supranacional, la Troika (Comisión Europea, Banco Central Europeo y Fondo Monetario Internacional).

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Las políticas de austeridad han demostrado que la Unión Europea ha convertido al ciudadano en un instrumento del poder. Y es que el espejismo del mercado común nos había ocultado un diseño cruel y manipulador, en el que las ganancias se comparten y las desgracias se sufren a solas. Desigualdad e insolidaridad.

A pesar de que conceptos como justicia social o democracia radical hoy han sido convertidos en traición a un "supuesto beneficio común". Hoy el desafío implica fortalecer la democracia ante la Unión Europea, que se empeña en contenerla e identificarla como amenaza. Pero el enemigo es el de siempre, el poder económico.

Yanis Varoufakis vivió el rapto en primera persona, como ministro de economía griego. El resultado de su lucha no fue satisfactorio: Grecia no pudo, ni con el apoyo democrático de su población, vencer a la Troika. Desde entonces traza alianzas por toda Europa para desvelar que la estabilidad financiera, el déficit, los superávit... no deben imponerse nunca ante la pobreza, el hambre y la infelicidad de las personas.

Gerardo Pisarello comparte y milita en esta decisión. Barcelona en Comú, fuerza p00olítica emergente de izquierdas, ha tomado el timón del Ayuntamiento de Barcelona. Y es que es, desde el poder municipal, donde se pueden alcanzar, a corto término, las primeras victorias, ya que en el eslabón más bajo de la administración se puede ejercer un control más democrático del poder.

Esta es la tarea a la que nos encomiendan Yanis y Gerardo en este libro. Un libro que, sin tecnicismos ni pretensiones académicas, desgrana y explica con precisión, no solo qué debemos hacer, sino cómo revertir esta deriva hacia dictadura de los mercados y la deshumanización de la política.

Os invitamos a participar en el cambio.

Varoufakis: "No podremos civilizar nunca el capitalismo, pero lo podemos estabilizar"

Extracto de la conversación entre Gerardo Pisarello y Yanis Varoufakis

Gerardo Pisarello: Como sabes, aquí —e imagino que también en Grecia—, pero en todo caso aquí en España y en Cataluña, tenemos una discusión en la izquierda sobre el euro. Hay mucha gente que defiende una salida de esta moneda única. Sé que tú no compartes esta perspectiva: que crees que no es viable tener el euro como una moneda única, pero que podría ser una moneda común, compatible con otros sistemas monetarios locales. Me interesaría conocer más detalles sobre esta idea.

Yanis Varoufakis: Empecemos por el principio. La arquitectura del euro tiene un diseño terrible. Si nos fijamos en cómo fue construida, es horrible. Nunca deberíamos haberla construido tal y como lo hicimos. Por lo tanto, a todos aquellos que critican el euro, les digo que yo tengo aun mayores críticas que las suyas. Pero esto no quiere decir que, a pesar de que tenga un diseño terrible, la solución deba ser huir al pasado, y volver a la peseta, al dracma, a la libra irlandesa, al marco alemán... La historia no es reversible. Una vez has creado el euro, no hay vuelta atrás. Puedes, pero no vas a volver a la situación en la que hubieras estado si no hubieses creado el euro. Te precipitarías por el precipicio.

Significaría crear una nueva divisa, lo que llevaría aproximadamente un año, para después volver a devaluarla. Y sería catastrófico, porque si avisas a los inversores con tanta antelación, lo liquidarán todo, sacarán el dinero anticipándose a la devaluación.

Los países actuales que denomino con superávit del norte de Europa y de Europa central verían cómo se dispara el tipo de cambio y aumentaría el desempleo del actual sector de trabajadores pobres existente en Alemania. En los países del sur, Francia incluida, se produciría una caída de la actividad económica y un aumento de la inflación por el precio de las importaciones. Tendrías una nueva versión, una versión moderna, o postmoderna, de los años treinta, con fragmentación, una nación enfrentándose a la otra, con devaluaciones competitivas, y una gran depresión de nuevo recorriendo Europa. Todo lo que quedaría al este del Rin y al norte de los Alpes se convertiría en una economía deprimida y el resto de Europa se constituiría en una zona de estangflacion, con altos niveles de desempleo y altos precios ¿Queremos esto? Yo no lo creo. Así que deberíamos mantener el euro.

No es algo sencillo. El Eurogrupo, que administra el euro, se encuentra en una zona libre de democracia. Y el problema con las zonas libres de democracia es que son nefastas gestionando el capitalismo. El capitalismo necesita control democrático. De otra forma, se convierte en un ente como el que que creó el doctor Frankenstein, y que acabó matándolo. Es decir, que el capitalismo no es muy bueno cuidando de sí mismo y necesita de la democracia. Y no se trata de si intentamos crear una buena sociedad, porque una buena sociedad no es compatible con el capitalismo. No podremos civilizar nunca el capitalismo, pero lo podemos estabilizar, para ofrecernos una oportunidad, de entrada, y así detener el avance de las fuerzas del racismo, del nacionalismo o del fascismo. Para darnos a nosotros, a los y las europeas, la posibilidad de mantener un debate sobre cómo podemos utilizar las nuevas tecnologías, abordar los problemas ecológicos del planeta, las cuestiones energéticas, etcétera, de una forma racional. En este proceso que permite llegar a estabilizar el capitalismo europeo, y avanzar, debemos considerar todos los instrumentos que tenemos a nuestro alcance.

Los sistemas de pago paralelos son instrumentos que nos permitirían escapar de la tiranía del sistema bancario, de la tiranía del Banco Central Europeo al cual, si no le gusta lo que tu gobierno está haciendo, te puede bloquear el sistema bancario, como nos ocurrió a nosotros en Grecia el 30 de junio. ¿Por qué cerraron los bancos griegos? No porque hubiese un problema con los bancos griegos per se, sino simplemente porque no les gustaba nuestro gobierno. ¡Nos querían echar, y lo hicieron!
O nos forzaron a echarnos a nosotros mismos, lo que es aún peor. Así que necesitamos tener instrumentos. Yo no defiendo la salida del euro. Pero sí que los sistemas de «pago paralelos» son absolutamente esenciales. Y antes de que alguien diga: «¡Esto es una locura!»...

G.: Que es lo que nos están diciendo a nosotros...

Y.: En Grecia ya tenemos una divisa paralela, en euros. Permíteme darte un ejemplo. En Grecia ahora tenemos controles de capitales, lo que es una locura, tener controles de capitales en una unión monetaria. ¡Imagínate que estuvieses en Arizona y no pudieses llevarte tus dólares a Nueva York! Esto es imposible en los Estados Unidos, porque los Estados Unidos son una unión monetaria correcta. La nuestra no es una unión monetaria; estuvo mal diseñada y está mal administrada. Pero, insisto, pongamos como ejemplo un lugar como Grecia en la actualidad, e imaginemos que tenemos dos personas, A y B. A tiene 200.000 euros en el banco y B tiene 200.000 euros en billetes debajo del colchón. ¡No son la misma divisa! Porque A no puede sacar su dinero del banco y pagar, por ejemplo, por un coche producido en España. O enviarlo a los Estados Unidos porque el hijo de A está estudiando ahí. Porque ese dinero está bloqueado a causa de los controles de capital que hay dentro del sistema bancario. En cambio B, que tiene dinero en forma de papel, puede hacer lo que quiera con él.

Así pues, imaginemos ahora que A tiene una necesidad urgente de dinero «movible». Para hacer una compra, o una inversión, o cualquier otra cosa como un tratamiento médico en Alemania, o Gran Bretaña, o los Estados Unidos. Esta persona puede acudir a B y decirle «te daré una cantidad de dinero, te la transferiré a tu cuenta bancaria» —acción que puede realizarse sin problema de un banco a otro— «te lo transferiré a tu cuenta bancaria, si me das algo de tu dinero en papel». B, en tanto que agente económico, aceptaría, pero debe concretarse algún beneficio por la transacción. Por ejemplo, recibir 1,5 euros por cada euro del dinero en papel. Esto es lo que provoca la existencia de un tipo de cambio entre lo que yo he denominado euros del banco y euros en papel. Precisamente es lo que sucede actualmente en Grecia, donde ya tenemos ahora divisas paralelas denominadas euro.

Así pues, no permitas que nadie te diga que esto no se puede hacer: ¡ya existe! Digámoslo de forma diferente: ¿qué es más valioso, un millón de euros en una cuenta bancaria española o un millón de euros en una cuenta bancaria alemana? Te aseguro que lo es un millón de euros en una cuenta bancaria alemana. Porque, a partir de cómo hemos creado la unión bancaria en Europa, si un banco español tiene un problema, habrá una alta probabilidad de que se produzca lo que llamamos pánico bancario, que significa que todo aquello que esté por encima de los 100.000 euros puede quedar congelado, como sucedió en Chipre. Así pues, si tienes un millón de euros en un banco español corres el riesgo de perder gran parte de esta cantidad; un riesgo que no afrontas si tienes ese dinero en una cuenta bancaria alemana. Por tanto, en esta situación ya tenemos divisas paralelas. ¡Los euros españoles no son lo mismo que los euros alemanes!

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