En zapatillas por Redmond

Capítulo 6: Cómo se crea un dispositivo en Microsoft - II

La visita al laboratorio de pruebas de productos en este edificio del campus de Redmond supone la entrada a algo muy similar a una pequeña cadena de robots. No hay ingenieros en trajes espaciales ni nada parecido, pero aquí las maquinitas se afanan en repetir unas determinadas acciones para buscar, en esencia, el momento en que un ratón o un teclado se rompe para siempre o, al menos, deja de funcionar correctamente. Pruebas de pulsaciones infinitas de las teclas, resistencia a caídas (¡incluso desde varios metros! -los gringos son muy altos-), presión, temperatura... El ratón 'Arc' de Microsoft, con todo su diseño estilizado y vanguardista, aguanta hasta 35 kilos de presión antes de romperse, "aunque a partir de 10 kilos puede comenzar a ceder", indica el ingeniero encargado de este laboratorio, aunque se niega a hacer una demostración en directo. Aquí todo se evalúa y se mide con el fin de corregir los errores antes de que un dispositivo llegue a la cadena de montaje. El director de este departamento se avergüenza al reconocer que uno de los peores productos que ha introducido Microsoft en el mercado es el ratón diseñado por Philippe Starck. "Se trataba de un producto en el que primó siempre el criterio del diseño y no respondía a los estándares de calidad que ahora nos fijamos en todos los productos", señala, y reconoce nuevamente el acierto con el Arc.

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Los productos ergonómicos han de resultar comprensibles por los usuarios, pero muchos los ven en las tiendas como auténticos engendros imposibles de utilizar. Fabricar dispositivos que sean saludables, pero escasamente operativos seguro que generará el rechazo por parte de los usuarios. Por ello, Microsoft mantiene en Redmond un pequeño departamento de ‘usabilidad’, que se encarga de entrevistar constantemente a grupos de usuarios sobre el manejo de sus productos. En salas cerradas y observados por cámaras, como si se tratara de un Gran Hermano de la tecnología, los participantes (todos ellos voluntarios, que sólo reciben un pequeño obsequio por su aportación) son grabados en vídeo mientras prueban los diferentes gadgets de la compañía. La respuesta de éstos resultará fundamental a la hora de lanzar los productos. "Es aquí donde nos fijamos en el comportamiento de las personas con los dispositivos. Lo que vemos nos sirve para corregir errores o introducir ideas que no habíamos tenido", señalan. Es fácil recordar en esta sala el vídeo del niño alemán. Seguro que les dió a los de Microsoft muchas ideas para mejorar sus productos.

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La visita a los laboratorios de hardware de Microsoft en Redmond finaliza con la entrada a una curiosa sala ubicada en un rincón del parking subterráneo. Se trata del laboratorio de pruebas de sonido, desarrollado para las webcams. Atendida por dos jóvenes rockeros es una sala completamente insonorizada, donde el suelo es una malla de metal y paredes y techos están recubiertos de conos de fibra de vidrio. Todo con el objetivo de que los sonidos que se lancen en su interior sean completamente limpios, sin interferencias, y se pueda medir adecuadamente el comportamiento de los micrófonos de las webcams. Hablar o moverse dentro de esta cabina resulta verdaderamente raro, una extraña prueba para los sentidos. "Nunca apagamos la luz en el interior, porque los visitantes podrían volverse locos", bromea uno de los ingenieros de sonido.

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