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Marhuenda ya no es el más lisérgico

Marhuenda ya no es el más lisérgico
Portada de 'El Economista'.

Se nota que Francisco Marhuenda está en horas bajas. Que no se le haya ocurrido a él, y tenga que ser El Economista el periódico que nos saque a María Jesús Montero con un hacha en plan Freddy Krueger, es un síntoma de melancolía, de fragilidad, de atonía y de apocamiento. Ay, los gloriosos tiempos en que el director de La Razón nos alegraba el día con el milagro matinal de una fotografía en la que Manuela Carmena portaba una azucena de mar prohibida, que luego no era azucena o no estaba protegida, no recuerdo, y me entristece no haber guardado un catálogo de aquellas obras maestras del diseño gráfico-lisérgico.

La portada de El Economista viene a criticar, hacha en mano, la decisión del gobierno de gravar tributariamente a los ricos rentistas. Una decisión que llevan años recomendando las más altas autoridades económicas norteamericanas y europeas. No es normal que nuestras economías produzcan más con el capital financiero (especulación) que con el trabajo (sector productivo). Y no es normal que se permita a los rentistas esos funambulismos que les eximen de pagar impuestos.

El hacha de Montero es un alegato en defensa de los que no hacen nada. Solo ganar dinero con dinero.

La decadencia de Marhuenda como portadista ya la atisbamos por las grabaciones del Ferreras Gate, en las que el másperiodista le dice a Mauricio Casals, príncipe de las tinieblas y presidente del diario de Planeta, que La Razón se está convirtiendo (era 2016) en un periódico "serio". Si te dice eso El Ferri, urge cambiar de director. Y, para portadista, hay que fichar a un El Roto facha o alguien así, de osado afán manipulador e hiperbólico.

Cierto es que de humor ya estarían saturados nuestros periódicos de derechas, la prensa de sacristía, solo con citar textualmente a sus sucesivos líderes. Creíamos que la neolengua grouchiana de Mariano Rajoy era insuperable. Y ahí vino Pablo Casado a desmentirnos. Después llegó el gran gestor gallego Alberto Núñez-Fakejóo a decirnos en una viña que el vino es un destilado, y a contarnos en un puerto que la merluza de pincho es pesca de arrastre. No sé quién le escribirá los discursos a este hombre tan preparado. Pero da igual. Tenemos una derecha acrítica, capaz de calificar a Vox como animal de compañía democrático. Traga todo.

Por irnos a la siniestra, esta semana hemos descubierto que el dueño de El País, el simpático especulador Joseph Oughourlian, intentó que el grupo Prisa se inclinara hacia el neoconservadurismo feroz que abrazan casi todas las cabeceras nacionales: "Quisimos ser de derechas, pero tuvimos que volver hacia la izquierda porque no obtuvimos los resultados esperados", confesó en unas jornadas organizadas por Nueva Economía Fórum. Supongo que se refería a la vergonzosa etapa de Antonio Caño como director del diario. Cuando la caza del indomable Pedro Sánchez se convirtió en deporte dilecto de todas las ramas del grupo Prisa. Hasta eso salió mal. A pesar de que Pedro Sánchez no era nada bien visto ni en los mismos sanedrines socialistas, la militancia no se dejó engañar, tumbó a la social-folclorista Susana Díaz, y hoy el mayor enemigo íntimo de Caño es presidente del Gobierno.

Leo en La Razón que Antena 3, del mismo grupo Planeta, está "imparable": "La cadena arrasa en el principio de temporada". Y es verdad. Los informativos de Vicente Vallés, más burdamente manipulados incluso que los de Ferreras, son los que más agradan al público español. Quizá porque también tienen un fuerte componente lisérgico, capaz de excluir a Podemos, o cambiarle el nombre, al informar de las encuestas del CIS.

Vallés es el nuevo Marhuenda. Capaz de cualquier manipulación, chiste o exabrupto que pueda dañar la imagen de Podemos, de Sánchez y de sus ministros. Marhuenda debe regresar a aquel estilo desbragado y a lo loco que le hizo popular. Hasta conseguir, al menos, que El Ferri no vuelva a insinuar que La Razón ya es un periódico serio. Vuelve a tus esencias, Paco, que una risa matinal es buena incluso para los rojos.

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