Sobre el tapete

Elecciones de 2019: observando el horizonte

El 26 de mayo se celebrarán elecciones municipales y europeas y también autonómicas en la mayoría de las comunidades autónomas. Mientras la derecha parece dividirse en tres partidos  para reorganizarse estratégicamente mejor bajo la tutela de José María Aznar, las izquierdas se dividen porque no saben hacerlo mejor. Muy probablemente los factores que explican lo sucedido en las recientes autonómicas andaluzas de diciembre pasado, influirán también en las de mayo. Repasemos. El 11% de los andaluces han votado a VOX, lo que junto al 21% del PP y el 18% de Ciudadanos, ha permitido un pacto de gobierno que ha dado el poder en la Junta de Andalucía a la derecha y ha "normalizado" al partido de Santiago Abascal, situado a la derecha de la derecha extrema... En el "aperitivo" andaluz, el PSOE ha perdido 400.000 votos (casi el 30% de su electorado) respecto a tres años antes, y la fórmula asociada Podemos-IU, "Adelante Andalucía", se ha quedado con 585.000 votos y 17 escaños, perdiendo con respecto a 2015, cuando fueron por separado, la friolera de 280.000 votantes (uno de cada tres) y tres escaños. Sumando los dos desastres, la izquierda ha visto mermar sus efectivos en casi 700.000 votantes y la derecha ha sumado cerca de 300.000 más. Es  muy razonable concluir, a falta de datos que permitan afinar mejor, que el PSOE perdió electores que esta vez se abstuvieron, igual que le sucedió a Adelante Andalucía, y que la derecha se benefició de un electorado procedente del abstencionismo. Asimismo, hay aceptar como verosímil que una parte de las izquierdas de hace tres años se pasaron al otro bando.

Las razones o sinrazones del revolcón socialista apuntan a tres vectores combinados: el desgaste socialista después de casi 40 años en el poder sin sacar Andalucía de los furgones de cola económicos (con una gestión caracterizada por la  corrupción y el clientelismo), una candidata con menos atractivo del que creía tener (derrotada por Pedro Sánchez para la jefatura de su partido, pero con quien mantuvo sin disimulo su enfrentamiento, dividiendo al partido), y una campaña en la que la oposición ha combinado hábilmente su crítica a la gestión de Susana Díaz con la de Sánchez (su llegada al poder vendida como un fraude y su política de apaciguamiento respecto a Catalunya vendida como una traición).

Elecciones de 2019: observando el horizonte

El apoyo a Rajoy en la investidura de 2016 por parte de los que defenestraron a Sánchez y después la moción en 2018 que le llevó a la Moncloa así como su talante más conciliador para con Catalunya son los aspectos más visibles del choque entre socialistas, pero no son los únicos que dividen al PSOE.  La sordina más o menos impuesta a la división evidente dentro del PSOE no sofoca las contradicciones entre unos dirigentes que en su mayor parte (barones y notables históricos) echaron en 2016 a Pedro Sánchez de la secretaría general y la mayoría de la militancia que lo repuso en el cargo un año después, como tampoco oculta el sentido profundo, por ejemplo, de las declaraciones del castellano-manchego García-Page asegurando que Albert Rivera "podría ser perfectamente del PSOE", cuando las ponemos en relación con las de uno de los líderes de Ciudadanos, Juan Carlos Girauta, diciendo que "yo no sabría decirle qué nos separa" de VOX, "porque veo muy pocas diferencias". Vaya tela...

Por su parte, diríase que Podemos ha perdido fuelle desde que forjaron su alianza con Izquierda Unida, sustituyendo su novedoso posicionamiento  inicial de "los de abajo contra los de arriba", por el nostálgico argumento del "izquierdas y derechas". Asimismo y al igual que Izquierda Unida y antes el Partido Comunista, Podemos ha demostrado su incapacidad para gestionar las discrepancias y desacuerdos internos integrando a las minorías (sin abandonos ni expulsiones). Una herencia nefasta que los casos más recientes (Errejón y Espinar) no hacen  sino que confirmar su deriva agravando lo sucedido en 2016. Y es que perder uno de cada tres votos en Andalucía es perder mucho...

Europeas. Las europeas serán las que proporcionarán una de las lecturas más claras a nivel estatal de la actual correlación de fuerzas, nos informarán de cuánto de maltrecho sale el Partido Popular de sus muchas zozobras y quizá resolverán el enigma de cómo se van a articular en un futuro los partidos del campo conservador; pueden además tener una importante proyección exterior.

Tres datos y una conclusión. Uno. La participación en las tres últimas elecciones europeas no ha superado el 50% (con una media del 44,6%), lo que facilita el éxito relativo de fuerzas políticas muy movilizadas. Dos. El sistema electoral de circunscripción única permite una distribución de escaños muy proporcional al número de votos, y el número de escaños en disputa (54) facilita que con un 2% de votos se consiga un europarlamentario; o sea, casi no hay voto "inútil" y parece que el voto de protesta sale "gratis" porque tan sólo afecta a una cosa lejana que se llama Europa. Tres. El "argumento catalán" será irresistible.

Una conclusión, más o menos provisional. A nadie le extrañará demasiado que en las europeas de mayo, el PP reciba un nuevo buen mordisco en su electorado por parte de VOX y que, consecuentemente, Ciudadanos se convierta, para los medios y a los ojos del común de los mortales, en el principal partido de la derecha; sobre todo si algo parecido sucede en algunas de las comunidades autónomas y en algunos municipios notorios. Un "pronóstico" complementario es que la izquierda saldrá muy perjudicada. Otra cosa que no parece descartable es que la irrupción de VOX coincida con un avance generalizado de la extrema derecha en una gran parte del resto de Europa, lo que para algunos analistas podría convertirla en el grupo de diputados más numeroso en el próximo Parlamento europeo. Tal vez entonces nos podríamos encontrar paradójicamente con un escenario político en el continente que recordaría el de los años 30 y 40 del siglo pasado: la extrema derecha "ocupando" y "unificando" Europa "pacíficamente"; con un habilidoso lifting, eso sí...

Autonómicas. Las autonómicas servirán, entre otras cosas, para medir el desgaste del PSOE y de Podemos. Y el "argumento catalán" será también irresistible e inevitable. Si se extrapolaran los  resultados andaluces a las comunidades que celebraran elecciones en mayo, el desastre de la izquierda sería absoluto y el rodillo de la derecha sería brutal. Repasemos...

Comunidades gobernadas por el Partido Popular

En las Comunidades donde gobierna la derecha la cuestión quedará reducida a qué partido logra el mando en cada caso y si Vox se queda con algo jugoso en el reparto... Ahí están Castilla y León, La Rioja, Murcia, Ceuta y Melilla. Por lo que respecta a la Comunidad de Madrid,  esperar que la Operación Más Madrid con Errejón (en alianza con Manuela Carmena, la alcaldesa madrileña) compitiendo con Podemos (con Espinar dimitido, afín a la corriente de Iglesias)  va a movilizar al electorado para dar el triunfo a las izquierdas  mediante un  tripartito con el PSOE se me antoja muy poco realista. Más verosímil podría ser un pacto de los socialistas con los de Rivera, aunque las últimas encuestas conocidas (antes del errejonazo) no da a esta fórmula mayoría suficiente, salvo que Podemos y/o Más Madrid la apoyara (muy improbable). A la vista de los resultados electorales de las últimas dos décadas y con los datos demoscópicos más recientes, no se debe descartar que se repita la formula "andaluza-2018", PP-C’s con sostén de VOX. Nos vamos a enterar...

Comunidades gobernadas por el PSOE

En Extremadura, el presidente socialista Fernández Vara, de profesión primigenia médico forense y militante de Alianza Popular al comenzar su carrera política, se ha puesto la venda antes de la herida y sintiendo el aliento del PP en la nuca  (solo sacó 30.000 votos de ventaja hace cuatro años), se ha apresurado a celebrar el año nuevo apoyando en la asamblea extremeña una moción de los populares, no sobre medidas urgentes para paliar los problemas crónicos de su región, sino para pedir la aplicación inmediata e indefinida del 155 a Cataluña y  suprimir su autonomía. Puede que ni con estas pare el tsunami conservador y anti-catalán por aquello de que muchos prefieren el original a la mala copia. Alguna encuesta reciente sugiere que el PSOE será el primer partido, pero que la llave la tendrá Ciudadanos, que quedaría a pocos escaños del PP. Se puede apostar por el tripartito ensayado en Andalucía. Al tiempo...

El PSOE gobierna Castilla-La Mancha por un solo escaño de ventaja gracias al apoyo de Podemos. Menos de 20.000 votos separaron a izquierda y derecha (VOX obtuvo 5.000 votos) en 2015. Al igual que otros barones socialistas, Emiliano García-Page se ha desmarcado del presidente Sánchez a propósito de su política con Catalunya ("antes de que se rompa España se rompería el PSOE"), insinuando también la conveniencia de ilegalizar a los partidos independentistas. A pesar de su esfuerzo, 20.000 votos son un rédito que parece escaso habida cuenta que el PP ya gobernó con María Dolores de Cospedal y viendo la que está cayendo...  Claro que hay una encuesta encargada por el PSOE en noviembre que asegura que los socialistas mejorarán sus resultados de 2015 en un 3% y uno o dos escaños...

En Asturias, a pesar de que la izquierda estuvo muy dividida en 2015 y Podemos e IU obtuvieron, yendo separados, tantos escaños (14) como el PSOE, ahora los socialistas deberían perder una parte muy significativa de sus votos, sin que la otra izquierda la obtuviera a cambio (ahí están las crisis de Podemos y de Llamazares), para que las derechas pudieran cantar victoria con cuatro posibles candidaturas, incluyendo FAC y VOX. Parece una hipótesis improbable...

En la Comunidad Valenciana la izquierda llegó al poder tras una larga y tristísima travesía del desierto. Y lo hizo muy dividida con un PSOE que solo pudo ser el segundo partido más votado (medio millón de votos), superado por la suma de Compromís y Podemos (entre ambos un cuarto de millón más que los socialistas). Entre los tres, prácticamente, 1.250.000 votantes, frente a un millón de la derecha. El éxito del tripartito valenciano se debió en grandísima parte a la Gürtel como escaparate de la corrupción rampante, escandalosa y por muchos años del PP y sus gobiernos; lo que no impidió que fuera el partido más votado con 650.000 sufragios.  Probablemente es esta una de las Comunidades en las que se podría apostar por la repetición de un éxito de las izquierdas; con permiso del anti-catalanismo que tanto y tan bien vende por estos lares y de la extrema derecha que tiene aquí uno de sus feudos más activos y beligerantes (VOX obtuvo 10.000 votos en 2015). En esta dirección iba una encuesta de octubre pasado que recogía una intención de voto que situaría, por primera vez en tres décadas al PSOE en primer lugar con 33 escaños, de tal manera que sumados a los 18 de Compromís, les daría la mayoría absoluta, sin depender de Podemos. La gestión de los firmantes del pacto del "Botanic" parece haber convencido suficientemente.

Aunque en Aragón, el barón socialista y presidente de la Comunidad, Javier Lambán, se apresuró en hacer sus deberes anti-catalanes (memorable, declaraciones aparte, el episodio de las obras del monasterio de Sigena), el PSOE (junto con la otra izquierda) podría estrellarse aquí también si se repite, aunque solo sea en parte, el traspiés andaluz; los nacionalistas de izquierdas de la Chunta Aragonesista  (CHA) podrían ser, como en 2015, imprescindibles para gobernar la Diputación General aragonesa. La encuesta publicada en octubre en la prensa regional auguraba que no se repetiría la misma mayoría absoluta y que las alianzas del PSOE para sumar los 34 que hacen falta para tener mayoría absoluta deberían ampliarse con quien ya ha gobernado en el pasado, el Partido Aragonés (PAR), formación que se declara de centro y no nacionalista, o cambiar de caballo y subirse al de Ciudadano. Veremos...

En las Islas Baleares, Francina Armengol dirige el gobierno autonómico del PSIB-PSOE coaligado con MÉS y con el apoyo externo de Podemos. De las ocho legislaturas habidas del Parlament balear, cinco han sido de gobiernos del Partido Popular  (dos veces con Jaume Matas, con procesos judiciales, imputaciones y condenas múltiples). El respaldo de Armengol, que va con pies de plomo en el asunto catalán, es de 212.000 votos y 34 escaños, contra 147.000 votantes y 22 escaños de PP y Ciudadanos. Si hubiera un retroceso socialista importante, los regionalistas conservadores de PI (Proposta per les Iles) podrían tener la clave del próximo gobierno balear; en 2015 obtuvieron 34.000 votos y 3 escaños. A tener en cuenta que en una Comunidad cuyo Estatuto de Autonomía la reconoce como "nacionalidad histórica" y a la lengua catalana como la propia, el anti-catalanismo agita la vida política, hasta el punto que el anterior presidente autonómico, José Ramón Bauzá, acaba de dejar a su partido de toda la vida, el Partido Popular, por su "catalanización"; seguramente añora la radicalidad de Ciudadanos que fustiga a Armengol porque permite el "adoctrinamiento" pan-catalanista y los "aquelarres" independentistas ¿Y qué dicen las encuestas?  La que se publicó en octubre del año pasado da un papel de bisagra decisivo al PI, conservador pero hasta ahora muy alejado del Partido Popular por su postura respecto a la cultura y la lengua propia de las Baleares. Hagan apuestas...

Canarias

Coalición Canaria está al frente de los gobiernos de las Islas desde 1993. En estos 25 años, CC, un partido que se define como nacionalista, pero implicado en la integridad del Estado, y progresista, pero ni de derechas ni de izquierdas, se ha mantenido en el poder pactando unas veces con los populares, otras con el PSOE. El último pacto con los socialistas que dio el poder a CC en 2015 se rompió muy pronto. Poco o nada hace pensar que el PSOE pueda llegar a la presidencia de esta Comunidad salvo que se produzcan muchas carambolas. En consecuencia y salvo sorpresas, hay Coalición Canaria para rato, con la muleta socialista u otra...

Cantabria

Miguel Ángel Revilla, secretario general del Partido Regionalista de Cantabria (el segundo más votado en 2015)  preside el gobierno de la Comunidad en coalición con el PSOE (tercero), que ocupa la vicepresidencia y la mitad de las consejerías. Este pacto de gobernación reúne 17 de los 35 escaños del Parlamento (uno por debajo de la mayoría absoluta), siendo los tres de Podemos los que impiden que gobierne la derecha. Si se tiene en cuenta que PP-AP gobernó durante una buena parte de los más de 35 años de régimen autonómico y que este partido se colocó en primera posición en 2015 con 13 escaños y que Ciudadanos obtuvo otros dos, se puede llegar a la conclusión de que puede pasar cualquier cosa. Para mantenerse en el poder, el PRC podría pactar de nuevo con el PSOE (con quien el partido y Revilla sintonizan ideológicamente mejor) si ninguno de los dos sufre un descalabro. Como que un acuerdo con el Partido Popular parece muy improbable, otra alternativa podría ser un acuerdo con Ciudadanos (posible si el desgaste del Partido Popular le pasa una fuerte factura al partido de Casado (en las generales de 2016, sus votos triplicaron en esta provincia los de Ciudadanos), sin descartar en última instancia un tripartito con los socialistas y Ciudadanos. No parece que Podemos vaya a entrar en estas combinaciones. Una encuesta hecha el mes pasado para el Partido Popular daba a esta formación una pérdida de escaños prácticamente equivalente a la subida de Ciudadanos, mientras el partido de Revilla se quedaría con un par menos de parlamentarios que podrían ser los que ganaría el PSOE. Podemos se quedaría donde está. Veremos...

Navarra

Desde 1980 el Gobierno de Navarra (hasta 1984, Diputación Foral de Navarra) ha estado dirigido por la derecha (UCD y UPN, de vez en cuando el aliado local de AP-PP) con la excepción de los siete años del socialista Gabriel Urralburu (condenado en la conocida como "trama navarra del caso Roldán") y de un brevísimo periodo de coalición PSOE-CDN-EA. Esto hasta llegar a esta última legislatura iniciada en 2015 cuando Uxue Barkos de Geroa Bai (coalición que gira alrededor del PNV) logra el respaldo del cuatripartito con su partido, EH Bildu, Podemos e Izquierda-Ezkerra (I-E). Según una encuesta de diciembre pasado, el PSN-PSOE, que está en la oposición, ahí seguiría con dos escaños menos y Geroa Bai vería reforzada su posición con cuatro escaños más, pudiendo revalidar su gobierno a pesar de que Podemos perdería tres escaños (dos los ganaría I-E) y con un EH Bildu que mantendría sus ocho de hace cuatro años). Muy creíble...

Resumiendo las autonómicas

Tras el 26 de mayo todo apunta a que la derecha gobernará todos los territorios del antiguo Reino de Castilla, incluyendo Galicia (donde ya votaron en 2016), a excepción del litoral cantábrico (Asturias y Cantabria) y País Vasco (donde no hay autonómicas ahora). Tal vez salte la sorpresa y los socialistas retengan Extremadura o Castilla-La Mancha. Y me parece que la derecha no tocará poder en ningún territorio del antiguo Reino de Aragón (Aragón, Valencia y Baleares) y Navarra, y en Catalunya donde no tocan elecciones autonómicas. Probablemente...

Municipales

Después de la espectacular irrupción de Podemos en las elecciones europeas de 2014, la nueva formación y sus confluencias dieron otra campanada conquistando los ayuntamientos de Madrid, Barcelona y algunas otras de las más populosas ciudades del Estado. Al tratarse de unas reglas electorales diferentes a las de otros comicios, hay que tener presente que el gobierno municipal lo obtiene la candidatura más votada, salvo que una alianza post-electoral consiga la mayoría absoluta.

Ahora intenta Podemos, al menos, revalidar aquel éxito. Centrándonos en la capital española, la victoria de Manuela Carmena tuvo mucho que ver con su imagen labrada en una  trayectoria personal de muchos años. En Barcelona, Ada Colau rentabilizó el prestigio construido por su papel en la lucha contra los desahucios. Puede ser paradójico que un proyecto como el del partido morado que pone en cuestión a la "vieja política", dependa tanto de las personalidades, lo que probablemente favorece los personalismos.

En Madrid, Errejón ha roto la baraja asociándose con Carmena, para luchar, respectivamente por la Comunidad y el Ayuntamiento. Podemos, de momento, declara que no combatirá a la actual alcaldesa, pero que tampoco la apoyará, y a Errejón, ni agua y a por él. Nada mejor que estos enfrentamientos madrileños (que se ha cobrado otra víctima con la dimisión de Ramón Espinar) para enviar al infierno aquel proyecto que proponía "asaltar el cielo". ¿Se imaginan a Begoña Villacís, posible candidata de Ciudadanos, como alcaldesa de Madrid? Acabarán contagiando al resto del personal...

En Barcelona, Ada Colau ya perdió a Xavier Domènech que dejó la política tal vez por algo parecido a lo que impulsó al presidente Salmerón de la I República a largarse a París y que le hizo exclamar en su último Consejo de Ministros: "Señores, voy a serles franco: estoy hasta los cojones de todos nosotros".  La confluencia barcelonesa de Podemos se hizo con la alcaldía de la Ciudad Condal con un 25% de los votos, con una ventaja de un solo concejal sobre los de Convèrgencia que no fueron de la mano con ERC (cinco concejales). Era 2015 y Ciudadanos solo obtuvo el 11% de los votos. En las generales de 2016 la confluencia de Podemos ganó en la ciudad de Barcelona con el 26% por delante de los exconvergentes, otra vez cada uno por su lado, que si se sumaran a los de ERC pasarían del 30% de los votos, y muy por encima de Ciudadanos que repitió un 11%. Llegaron las Autonómicas convocadas por el artículo 155 y Colau no pudo rentabilizar su gestión, ni siquiera en los barrios más humildes y por los que más ha hecho, al menos en teoría, y solo la apoyaron el 9% de los electores. Ciudadanos ganó en la ciudad de Barcelona (24%) pasando por delante de las otra vez desunidas listas independentistas, con la de Puigdemont (20%) y la de Esquerra Republicana (21%). ¿Se imaginan a un ex primer ministro de Francia, socialista derrotado en las primarias de su partido en su candidatura a la Presidencia de la República y que se pasó a Macron esperando sin éxito que le dieran un papel en el nuevo orden, a un ex ministro del Interior que expulsaba gitanos, etc., etc., o sea  a Manuel Valls, de alcalde de Barcelona? Faltan cuatro meses...

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