Rosas y espinas

Las tetas de Martínez

 

Meritxell Martínez, marinera de la gloriosa Armada española, ha decidido denunciar el machismo que aun impera en nuestras fuerzas armadas desnudándose en Interviú. Al parecer, a esta chica de exuberantes atributos la sometían en el cuartel a bromas colegiales, como robarle bragas o esconderle las llaves de la taquilla en el interior de unos calzoncillos sucios, y eso ha terminado abocándola a la depresión y a la baja laboral. Eso es al menos lo que ella cuenta entre posado y desnudo, y yo estoy a punto de creérmelo.

De un tiempo a esta parte, el desnudo se ha convertido en una forma sólita de protesta contra las más variadas discriminaciones e injusticias. En las previas a la reciente Eurocopa de Polonia y Ucrania, por ejemplo, bellas musas ucranianas y polacas se despojaban sorpresivamente de la camiseta en cada acto oficial y le enseñaban las tetas a todo el Orbe.

Esas tetas requieren una explicación, pues se trata de unas tetas epistemológicas. Quizá como las de la soldado Martínez.

Me explico. En los tiempos en los que la mujer ni podía soñar la igualdad, el desnudo femenino era sencillamente una oferta pre-prostibularia de mujer que asume su condición de objeto y se ofrece en cabaretes, en Chicote, en tablaos o en la habitación del señorito cambiando coño por hambre. Ese desnudo era un horrendo mensaje de aceptación de la esclavitud de la mujer bajo el hombre. Pues no les quedaba otra. La miseria. Los miserables.

Las tetas epistemológicas de las ucranianas y polacas de esta Eurocopa eran, sin embargo, unas tetas-libertad, unas tetas-batalla, unas tetas-protesta que advertían al mundo de que la Eurocopa, con sus fastos,  pompas y penaltis, iba a multiplicar la prostitución en estos dos pobres países en fuera de juego europeo.

Las tetas de Martínez--Bueno, nadie las obliga. Si follan por dinero, es elección suya -me susurra mi Superyó.

--Pues no, querido. ¿Dónde estabas tú cuando leíamos a Víctor Hugo?

Los Miserables (Libro V, Cap. 11): "Se dice que la esclavitud ha desaparecido de la civilización europea. Es un error. Existe aun, pero no pesa más que sobre la mujer y se llama prostitución". [Se conoce que en 1862 no había prostitución masculina, vaya si hemos avanzado; aunque no me lo creo].

Los desnudos por la libertad sexual y la igualdad de género se fundamentan en paradojas, como todas las grandes propuestas humanas. Cosificar voluntariamente el propio cuerpo en bandera, para denunciar la cosificación esclava de los cuerpos, alienta una hermosa paradoja, y si la marinera Martínez lo ha hecho en este plan, bienvenido sea su espectacular desnudo. Aunque haya cobrado por él. Yo tampoco escribo esta columna gratis.

El desnudo masculino carece de esta poética, o esta mística, y por eso solo se usa para vindicar la subida de sueldo a los bomberos, la pervivencia de un equipo de fútbol modesto u otras chorradas de escaso calado.

Ahora, sin duda, muchos deslegitimarán la denuncia de la marinera Martínez por haber salido en pelota en Interviu, y por estar muy buena o muy retocada con photoshop, que nunca se sabe. Y a mí me da exactamente igual. Basta zambullirse en los periódicos viejos, eso que los cursis llaman hemeroteca, para comprobar que los pechos desnudos, batalladores y pugnaces de la marinera Martínez amamantan la repugnante verdad del machismo baladrón de nuestro glorioso ejército.

Las tetas de MartínezPara empezar, el delito de acoso sexual no está tipificado en el código penal militar español. Así que se va improvisando. El teniente coronel Francisco Bajo, jefe de la Plana Mayor del Regimiento Mixto de infantería de Munguía en Vizcaya, fue condenado a un solo año de prisión y 4.000 euros de multa en 2009 por numerosos abusos sexuales a sus subordinadas. Al capitán Juan Miguel Camarón le cayeron en 2008 tres años y 22.300 euros por abusar de 28 mujeres reclutas. Y, anteayer mismo, la sala quinta de lo militar del Tribunal Supremo decidió rebajar de nueve a cinco meses la sanción disciplinaria impuesta por un juzgado penal de Madrid a un sargento del Ejército del Aire que maltrataba a su mujer. El atenuante del muchacho es que estaba acostumbrado a la violencia por haber servido en Afganistán. O sea, que los militares destinados en Afganistán pueden zoscarle a su mujer, que ya hay sentada jurisprudencia. Podríamos seguir enardeciendo a la tropa con bastantes batallitas más.

En resumen, que al parecer mucho militar español propende a confundir a las modernas soldados con las antiguas soldaderas, y por ello la marinera Meritxell Martínez ha sacado pecho y ha mostrado al mundo, voluntariamente, lo que no le ha querido enseñar a sus guardamarinas bajo coacción de lealtad a la bandera: sus libertarias tetas. Ojalá todas las guerras se libraran así.

Vengo herido, marinera / Que un jirón de tu bordado / haga que yo no me muera (Rafael Alberti).

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