Rosas y espinas

Pisos a 5.400 euros

 

Cinco mil quinientos euros por piso. Es, desde ayer, lo que debería costar una vivienda en España. La tasación es fiable. Nada de burbujas. La tasación la ha realizado un verdadero profesional. Un hombre que se deja la vida en su afán de tasar los pisos. Un profesional concienciado. En el sector inmobiliario o bancario, nadie conoce a este tío. Pero deberían contratarlo. Nunca se ha visto tasador alguno que ajuste tan exacta y clarividentemente el precio de la vivienda en España. Nuestro hombre se llama Francisco Lema Bretón, y está muerto. Ayer saltó en Córdoba, desde un cuarto piso, porque no podía afrontar una deuda de 22.000 euros con Bankia tras su desahucio. Lo que Rodrigo Rato (2,3 millones anuales) recibía de esa misma entidad cada tres días.

Lo de Francisco Lema Bretón sí que es tasar el verdadero precio de la vivienda. Saltó desde un cuarto para pagar su deuda de 22.000 euros. Hagamos cuentas, don Rodrigo: me sale a 5.500 euros la planta. Uno comprende que, en la modernidad y el neoliberalismo, la caída de los precios de la vivienda es mucho más dolorosa que la caída de un cuerpo humano desde un cuarto. Para solucionar lo primero, pagamos entre todos el banco malo. Pero Don Rodrigo, por honradez, para lo segundo deberían ustedes financiar un cementerio bueno. Un cementerio marino, por ejemplo. Como el que tiene en Sète Paul Valéry. Como el que le escribió Delibes a la Milana Bonita.

Pero aquí no hay cementerios marinos. Aquí los cementerios son de cemento. De hecho, no creo que a la hija ni a la mujer de Francisco Lema Bretón les perdonen la deuda tras este trágico accidente fortuito. La dación de vida tampoco sirve para saldar deudas hipotecarias, Francisco. Lo que has hecho es salir más caro. A ver dónde te enterramos. El olvido tampoco es barato. Por suerte nuestra justicia no se gastará ni un duro en saber quién te ha matado. Te has quitado la vida. No hay culpables, porque te la has quitado tú. La vida. La vida, tu vida, para esta gente, es un complemento de quita y pon.

Francisco Lema Bretón se ha matado por capricho. Por diletantismo. Hay que decírselo a su hija de ocho años, a la que un rato antes había llevado al colegio, para que se ría. Mi papá no tenía alas. Pero intentó tenerlas, hija. Se cayó despacio. Y después se calló.

No me gusta escribir horteradas cursis de padres muertos y niñas tristes de ocho años. Pero la noticia es esta.

En el lugar donde cayó Francisco, ayer, los vecinos depositaban flores.

Yo pondría una pistola.

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