Rosas y espinas

El sinónimo de antónimo

Mi amigo Jamón tiene un bar y un problema. Todas los días, a una hora imprecisable, aparece un cliente hablador y le explica cómo se preparan los torreznos. Los mejores torreznos del mundo, le explican todos los días cómo se preparan a mi amigo Jamón. Cada día, un cliente distinto y una manera diferente de preparar los mejores torreznos del mundo. Mi amigo Jamón va perdiendo así, día a día, la escasa fe en la especie humana que pueda tener cualquier tipo capaz de regentar un bar o hacer torreznos.

A España le sucede lo mismo. Todo el mundo dándonos consejos sobre cómo salir de la crisis, uno distinto cada día, y nadie escuchando al pueblo, que quizás es el único con la fórmula capaz de preparar sus mejores torreznos.

El último consejo que hemos recibido los españoles nos ha llegado tal que ayer desde la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico, también llamada OCDE, también llamada El Club de los Países Ricos. O sea, una banda de pijos enseñándole a Jamón cómo preparar los torreznos.

Estos sabios millonarios, encorbatados, lavadísimos, calvísimos y casposísimos a pesar de que tal pirueta seborreica pueda parecer imposible, nos acaban de decir a los españoles pobres cómo tenemos que salir de pobres, ellos que han nacido millonarios.

Entre estos consejos de la OCDE, hay uno con el que sí estoy de acuerdo. Trátase, como no podía ser de otra forma entre gente tan sabia y tan rica, de la flexibilización de los salarios y su vinculación a las condiciones económicas de cada momento. No se les ocurrió tal idea en tiempos de bonanza, vaya usted a saber por qué. A nadie se le ocurrió, cuando nos hacíamos ricos con el ladrillo, o sea, ya que íbamos tan de puta madre, decirle a nuestros empresarios que subieran los salarios, que repartiéramos entre todos el España va bien, que nos limosnearan a los trabajadores un plusito con el que sobremorir por encima de nuestras posibilidades. Y con efectos retroactivos, me atrevería a apostillar yo. Porque estos señores calvos y millonarios, como andan muy liados, solo se acuerdan de adaptar los salarios a las condiciones económicas cuando la economía está a cara perra. Y los salarios propenden a bajarse o a inexistir. Entonces sí se acuerdan de ajustar nuestros salarios, no los suyos, a la realidad económica. Qué memoria tienen estos señores.

Aquí en España, durante la presunta bonanza de hace unos años, no se le ocurrió a la OCDE esta happy idea, que tan cachondos les pone ahora, de ajustar los salarios a las condiciones económicas de crecimiento y esplendor. Entonces sabíamos hacer torreznos. Y la expansión y enriquecimiento de nuestras empresas apenas influyó en subidas salariales, de las pensiones o de las prestaciones de desempleo. La OCDE tampoco ha recomendado a nuestros directivos y banqueros eso de la flexibilidad. Se conoce que se les echó encima el fin de semana.

El delicioso Club de los Países Ricos, ante la escasa cualificación académica de los camareros españoles, también nos ha recomendado que mandemos a nuestros estudiantes a estudiar de pago. Esto es, que el que quiera estudiar se lo pague a través de un crédito que tendrá que devolver cuando trabaje. Yo creo que se han quedado cortos, esta vez, los ricos. Lo del crédito me parece bien, pero, para seguir con las políticas de crecimiento imparable que estamos abordando en estos días, creo que la letra pequeña debería incluir una cláusula que evitara la dación en pago intelectual. Esto es: si un estudiante acaba su carrera, no encuentra trabajo y no puede pagar, se le quita la licenciatura, se le invita a ahorcarse y la deuda que quede se le obliga a pagarla a la novia o novio,  ya sea en metálico o concertándole citas hoteleras con Strauss-Kahn.

En resumen, que las recomendaciones que nos vienen haciendo las altas autoridades, los listos, los ricos, para que salgamos de pobres, vienen a resumirse en el axioma de que solo saldremos de pobres haciéndonos más pobres, rebajando nuestros salarios, renunciando a la educación pública y entregándonos a Strauss-Kahn. Nos piden que busquemos el sinónimo de antónimo para ver si hacemos lo contrario de lo que tenemos que hacer, que así nos van a salir mejor los torreznos.

Como todos los clubes de alterne, el Club de los Países Ricos, también llamado OCDE, luce una bombilla roja sobre su puerta. La carne en venta, o eso quieren estos calvos casposos en calzoncillos, somos nosotros. El carmín de los labios, también nos recomiendan, nos lo dibujamos con nuestra propia sangre. No sé cómo prepararía yo mis torreznos sin los consejos de estos sabios señores. Con carne blanda, pálida, estúpida y grasa. ¿No?

 

 

 

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