Rosas y espinas

La Defensora de las Marquesas

la libertad guiandoNuestra adorada y no menos hermosa marquesita de Salvatierra, a la sazón abnegada Defensora del Pueblo, no recurrirá ante el Tribunal Constitucional la ley antidesahucios, como le pedía la Plataforma de Afectados por la Hipoteca (PAH). Soledad Becerril defiende al pueblo, sí, pero de sí mismo. En todo este cristo de la ley antidesahucios se ha visto demostrado, una vez más, que alguien tiene que defender al pueblo de sí mismo casi todo el tiempo. En este caso, muy a pesar de Delacroix, la libertad guiando al pueblo se apellida Becerril. Vamos a darle cronología a este tedioso asunto para que lo entienda el pueblo llano.

El pasado 15 de mayo, festividad de San Isidro Labrador, se publicó la ley antidesahucios del Gobierno de Mariano Rajoy, sarcásticamente intitulada Ley de Protección de los Deudores Hipotecarios. Si es que son unos cachondos bautizando sus atracos.

La Plataforma de Desahuciados por la Hipoteca, organización paramilitar filoetarra según nos alumbró nuestro Gobierno a través del siempre comedido verbo de Cristina Cifuentes, intentó elevar un recurso de inconstitucionalidad ante el TC. Se quejaba la PAH de que la citada ley no contempla la dación en pago, de que se pasa por el forro del chaqué las recomendaciones del Tribunal Europeo de los Derechos Humanos, errado tribunal que solo autoriza desalojos si no te arrojan a la exclusión social; de que tal ley, que no justicia, también vulnera los derechos del niño (solo protege a los menores de tres años de quedarse sin hogar); de que no permite recurrir las sentencias a los desahuciados pero sí a los bancos desahuciantes, y en este plan. Aun se están escuchando las carcajadas de alborozo de nuestros más conspicuos financieros tras leer el texto de la ya vigente y revolucionaria ley.

Ahora la Defensora del Pueblo le dice a la PAH que no, que ella no va a recurrir ante el TC la ley. Que ya la ha recurrido el PSOE en plan blandito. Que la PAH se meta el millón y medio de firmas que reunió para su Iniciativa Legislativa Popular por donde emanan los menos transparentes vientos. Que ella, la marquesa de Salvatierra, está para defender al pueblo, y nadie le ha dicho a ella que el millón y medio de firmantes que apoyan la iniciativa de la PAH sean pueblo ni sean nada. Las marquesas son muy especialitas escogiendo a los que merecen su gracia, y por eso son marquesas.

Esto de que el pueblo ande diciéndole a su defensora cómo debe o no debe defender al pueblo es una aberración. La Defensora del Pueblo tendrá otras cosas más importantes en qué pensar. Ese decirle a la marquesa lo que tiene que hacer por el pueblo suena, incluso, a discurso machista. No sabrá la marquesa lo que el pueblo añora sin necesidad de que el pueblo se lo tenga que advertir. Buenas son para eso las marquesas.

Además, cualquier español con dos dedos de frente sabe que sería injusto medir a los desahuciados con el mismo rasero que a los desahuciadores. Y no queda pasta para dispendios vanos. España ha gastado 250.000 millones de euros en rescatar a las entidades bancarias desahuciadoras. Estamos hablando del 25% de nuestro PIB. No nos queda otro 25% del PIB para contentar los veleidosos caprichos de los pedigüeños desahuciados. A lo mejor otro año sobra un pico y tal.

Los españoles es que no nos damos cuenta de que tenemos la obligación honrosa de defender a España, y no a los españoles. Y eso es algo que solo comprenden, en su hondo significado, nuestras acendradas marquesas. Si en España todas fuéramos marquesas, este país crecería como levadura de nube. Pero somos casi todos desahuciados. Es el gran hándicap de nuestra sociedad: los españoles hemos preferido ser pueblo y no defensores del pueblo, hemos escogido ser desahuciados y no marquesas, hemos construido nuestro futuro desde abajo, y así nos va. Ahora tendremos que cavar para caer todavía más bajo, con lo poco que nos gusta al pueblo cavar algo que no sea nuestra propia tumba. Como usted bien sabe, mi adorada marquesa.

 

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