Rosas y espinas

Pepe Carvalho contra el misterio Wert

vazquez_montalbanSi yo poseyera el poder de detener la muerte, detendría la muerte de Pepe Carvalho, el único personaje político honesto de nuestra transición. Ya sé que los bibliotecarios van a pincharme las ruedas del coche esta madrugada, como venganza a tan escasamente ignífuga preferencia. Pero me da igual. Quemar libros, como hacía Pepe Carvalho, no es malo si antes te los has leído. Lo perverso es quemarlos antes de que nadie más pueda leerlos, como anhelaba y anhela la Santa Inquisición. Pepe Carvalho fue un señor tan estupendo que inventó cómo quemar los libros conjugando estas dos paradójicas razones. O sin conjugarlas.

A mí me horripila quemar libros. Prefiero arrojarlos por la terraza por si, al caer, le dan a algún ministro de Cultura en la cabeza. Para alivio de bibliotecarios, en mi descargo he de decir que preferiría arrojar por mi terraza ministros de Cultura, para ver si se caen en algún libro de cabeza. Pero no se me ha presentado la ocasión. Por suerte para mi cultura, en mi casa siempre tengo más libros a mano que ministros de Cultura.

Pepe Carvalho quemaba libros.

Encendía su chimenea con un libro.

Usaba los libros para que le diesen calor, que es para lo que valen los libros.

Ahora que se cumplen diez años de la muerte de Pepe Carvalho en un aeroperto de Bangkok, conviene ya resolver si este asunto de quemar o no quemar libros viene a ser gesto bueno o gesto malo.

wertPor eso me he dedicado a indagar los rasgos comunes de Pepe Carvalho con el, a la sazón, ministro de Cultura, José Ignacio Wert. Son clavaditos en lo de quemar libros. Pero los libros quemados por José Ignacio Wert, por alguna razón, no encienden las chimeneas con el mismo calorcito que dan los de Pepe Carvalho.

Me asombró el otro día nuestro ministro Wert cuando afirmó, a lengua rajada, que él no hubiera subido el IVA cultural hasta el 21 por ciento. Es extraño que un ministro de Cultura, que pacta en su consejo de ministros la subida del IVA cultural hasta el 21%, nos diga que no está de acuerdo con la subida del IVA cultural hasta el 21%. Perdonad tantas reiteraciones con el 21%, pero deseo que mi matemática la pueda entender hasta el ministro.

¿Qué haría Pepe Carvalho para desentrañar tan incicatrizable dicotomía? El caso del ministro que no estaba de acuerdo con lo que está de acuerdo, se podría titular. El título es un poco largo, admito, pero tampoco es corto El delantero centro fue asesinado al atardecer. Y se necesita menos prosodia para asesinar a cualquier delantero centro que para recitar el contradictorio 21% de este disyuntivo ministro.

ELDELANTEROCENTROUn gobernante que no está de acuerdo con lo que ha gobernado no es merecedor de gobernar, me parece a mí. Y Wert nos acaba de decir que no está de acuerdo con ese 21% que él mismo ha aprobado. En las novelas de Pepe Carvalho, los delincuentes no suelen ser tan tontos. Por eso Pepe se murió antes de tener que investigar este caso tan raro como esperpéntico del misterio Wert.

Sin embargo, no solo porque no esté aquí Pepe, uno echa de menos a los detectives. Tanto en las novelas como en los periódicos. ¿Quién ha investigado por qué un ministro ha votado algo con lo que no está de acuerdo? ¿Qué intereses, entonces, esconde? ¿Cómo un representante del pueblo se atreve a apoyar una medida que le parece injusta? ¿Quién le amenazó? ¿O cuánto le pagaron?

Las propias declaraciones de Wert le obligan a contestar a estas preguntas.

Quema un libro, Pepe. Antes de que la estulticia de cualquier ministro los queme todos. Y no te preocupes de investigar este caso, que el misterio Wert es todo menos misterio.

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