Rosas y espinas

Los robos de UGT y CCOO

La corrupción es un arma de cuchilla reversible. Cuando se descubre a un corrupto, no solo siento asco de él. También me da asco de mí. Voy a copiar y pegar la información de ayer de este periódico sobre dos dimisiones por el asunto de las tarjetas negras de Caja Madrid:
1.- En la mañana de este viernes, el secretario general de CCOO, Ignacio Fernández Toxo comunicaba que había aceptado la dimisión de Rodolfo Benito, secretario de Estudios del sindicato, miembro de la Ejecutiva Confederal y presidente de la Fundación Primero de Mayo. Benito gastó 140.600 euros con su tarjeta durante su larga etapa de consejero de Caja Madrid.
2.- Unas horas antes de la dimisión de Benito, el secretario general de UGT, Cándido Méndez, hacía oficial la dimisión del secretario general de la federación madrileña, José Ricardo Martínez. El líder de UGT Madrid ya había anunciado que estaba meditando su dimisión tras conocerse que gastó 44.200 euros cuando era consejero de la entidad nacionalizada.
Los sindicatos de clase le están dando tantos argumentos a la derecha para que acabe con los sindicatos, para que el pueblo le tenga tanta desconfianza a los sindicatos como a la patronal, que uno ya no sabe si hacerse directamente de derechas o el harakiri.
Soy escritor y obrero, no soy muy listo, amo las más tontas utopías, escribo sonetos, le doy comida a los gatos abandonados, observo bobamente atardeceres, gano poco dinero y no quiero más, soy idealista de izquierdas y me lo creo todo, toda la belleza que me cuentes te la creo, escucho vinilos de Charlie Parker, y, en resumen, soy una buena persona.

Una buena persona es aquella que aspira a dejar un bello cadáver y un bello olvido.
Una buena persona entiende que los poderosos, la oligarquía, el PP, la banca, la iglesia, los niños y niñas de papá, y sus nietos, intenten mantener sus privilegios. Y a una buena persona eso le parece natural y razonable. Que el privilegiado desee mantener sus privilegios es inercia. No es criticable. Salvo cuando alguna vez sacan el ejército a la calle, que es decisión que a la buena gente viva y muerta nos incomoda.
Pero esa misma buena persona no entiende que el obrero, el sindicalista, el compañero, el camarada, el amigo, acepte de Caja Madrid una tarjeta de crédito con un pin que abre la puerta de Alí Babá.
Y no son casos aislados.
Hasta las buenas personas, que cargan fama de gilipollas, se dan cuenta de que el temita este de las tarjetas de crédito lo conocían más o menos Méndez y Toxo, más o menos todos los dirigentes de CCOO y UGT, más o menos todos los españoles (aunque no había pruebas), y por eso alguna gente no se sindicaba.
Los robos de la derecha en plan Rato, Blesa y tal nos producen indignación. Los robos de la izquierda nos producen tristeza, que es un sentimiento mucho menos reversible.

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