Rosas y espinas

Que se pudran en la cárcel

Instituciones Penitenciarias ha impedido al defensor del pueblo andaluz visitar a los presos de la cárcel de Córdoba. Al parecer los defensores del pueblo alteran la alegría y costumbres de nuestros presidiarios, que se encuentran mucho más cómodos sin nadie que los defienda, y prefieren preservar su recoleta intimidad al margen de burócratas empeñados en auditar los derechos humanos y otras chorradas semejantes. Yo, que he estado preso más de una vez a causa de mis inclinaciones a meterme donde sí me llaman, comprendo perfectamente que nuestras autoridades carcelarias ahorren a los presos el coñazo de recibir a Jesús Maeztu, pues "no es conveniente alterar el régimen penitenciario actual de los internos".
El defensor del pueblo andaluz quería preocuparse un poco por el estado de los reclusos que padecen enfermedades mentales, que son muchos, pues de todos es sabido que el esquizofrénico español prefiere ampliamente los muros de la cárcel a la atención sanitaria moderna, que es muy agresiva.
Esto de que existan defensores del pueblo es un poco extemporáneo bajo gobiernos del PP, ante los que el pueblo se debería defender solo. Tal y como ha ido la reforma del Código Penal, es incluso probable que, si admiten una visita del defensor del pueblo a una cárcel, lo dejen dentro para siempre, por batasuno o así. Es una posibilidad que Jesús Maeztu no ha calibrado convenientemente. De ahí que no sea ministro de Interior. Un gobierno formado por grandes delincuentes ha de ser implacable con los pequeños chorizos. Para eso se les vota.

El de defensor del pueblo es un cargo lo suficientemente bien remunerado como para no tener que preocuparte de defender al pueblo, y no se entiende la postura recalcitrante del señor Maeztu, que no ha estado a la altura de la discreción que se le exige. Sacar ahora a la luz los problemas de nuestros enfermos mentales en las cárceles es frívolo y baladí, estando, como está, el Barça a cuatro puntos del Madrid en Liga, con el peligro que esto conlleva para la unidad insoslayable de la nación española.
Miedo da una institución que se preocupa más de la salud mental de nuestros presos, gente indeseable, que de la victoria de Belén Esteban en Gran Hermano 5, o 17, o el que sea. Un gobierno responsable y como dios manda tiene que priorizar. Y visitar una cárcel solo está bien visto si tienes 47 millones de euros en Suiza o así. Adoptar otra actitud, cual acaba de hacer Jesús Maeztu, es dañar la marca España.
El defensor del pueblo andaluz, si fuera coherente, debería entrevistar a estos presos en las estaciones de esquí de Vall d'Aran, donde Luis Bárcenas le puede explicar a Maeztu las tribulaciones de un preso loco entre forfaits y gin tonics. Hi havia una vegada un poble de muntanya... Oh sea.

(PS: Mi único consuelo ante la reforma del Código Penal sería que cumplieran esas condenas los que las han redactado).

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