Rosas y espinas

Periodistas y gamusinos

 

imageMedio millar de personas se reunieron esta semana en la madrileña plaza de Colón para protestar contra Podemos. No se sabía muy bien lo que querían, pues lo único que se me ocurre es que se ilegalice tal partido para contentarlos. Dos periodistas fueron agredidos, lo que demuestra que España mantiene sus más sabias y ancestrales tradiciones, y una chica de 20 años dijo que "lleva razón Esperanza, son unos antidemócratas, al igual que los medios de comunicación que les apoyan".

Observo con alborozo que la caza del periodista va poco a poco sustituyendo a la del gamusino en nuestras preferencias cinegéticas. Esto evidencia lo mucho que se lee en España. A mí, en jornada laboral, unos policías muy nobles me regalaron unas bonitas hostias, en una de las manifestaciones del 15-M, cuando intentaba proteger a un señor de 70 años y evidente peligrosidad que se había refugiado sin querer bajo una carpa de porras batientes. Pocas experiencias tan gratificantes he vivido en mi ya extensa trayectoria como periodista provecto. Cada vez que se agrede a un periodista, todos los colegas confirmamos que el periodismo sigue sirviendo para algo. Hay una frase americana, creo, que lo razona muy gráficamente: "Si te encuentras cara a cara con un periodista, dale una hostia. Si tú no sabes por qué se la merece, ya lo sabrá él".

Esta de la caza al periodista es afición cada día más apreciada entre los menos veteranos demócratas de toda la vida, cual la derecha española, y adopta formas de lo más diversas e imaginativas, lo que no deja de ser un acicate para el advenimiento de nuevas vocaciones. El periodista hostiado ya es más cool, incluso, que el gamusino en un saco, y estas son tendencias estéticas que los jóvenes estudiantes saben apreciar en su justa y bella medida. Vive rápido, escribe verdadero y deja un bonito cadáver. Es el nuevo lema de nuestras facultades de Ciencias de la Información. Y se debería tallar en los frontispicios de las alma máter, o como se conjuguen estos abstrusos latines en plural. Donde esté una hostia, que se mueran las lenguas muertas. Y que se muera la cultura democrática en general, ya que nos ponemos estupendos.

Nuestra derecha mediática española, con su prosa elegante, lleva un año convenciéndonos de que el calentón Podemos tiene su clítoris en la prensa y la televisión españolas. O sea, en los periodistas. Y eso anima a la gente de bien a responsabilizarnos de la catástrofe pepera que acaba de sufrir España, y a santificarnos con nuestras merecidas hostias, ya que estaría mal visto en Europa un nuevo 36. Periódicos tan imparciales como La Razón, cadenas de televisión tan sutiles como la extinta Intereconomía, o emisoras de radio tan moderadamente espirituales como la Cope, nos han abierto los ojos y cerrado los puños contra esa lacra manipuladora que gusanea en la Sexta, Cuatro, diario.es, infolibre, este mismo periódico rojo de mierda, y otros medios. Podemos es un fenómeno mediático, aseguran, por tanto es de sentido común disparar sobre el pianista, mensajero, periodista o como queráis llamarnos. No sería baladí añadir la voz sparring al acervo sinónimo de la palabra comunicador, si es que no sois muy anglófobos.

Si intentan matar o golpear a un periodista, es que el periodismo no ha muerto, pues no habrá cadáver del periodismo mientras exista gente que se empeñe en asesinar la libertad de expresión. La conclusión me ha quedado un poco hortera y redicha, pero os aguantáis, pues tengo que salir corriendo a cubrir la noticia de mi asesinato. No sé si lo que cobro del periódico me dará para pagarme el entierro, pero si dejo algún pufo funerario eso ya será cosa vuestra, dolientes pero sonrientes lectores. Gamusinos.

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