Rosas y espinas

Picasso retrata a los Botín

55c086461aed1A lo largo de su vida, Pablo Picasso pintó una barbaridad de retratos. Con 15 años ya había retratado a su padre, a su madre, a su hermana Lola, a sí mismo. Después a Olga Picasso, Dora Maar, Erik Satie, Stravinsky, Man Ray, Gertrude Stein. A esta escritora norteamericana la pintó en 1905, la retocó en 1906 y, a pesar de que Picasso no era precisamente un caballero, le regaló el cuadro.

gertrude--¡No se me parece!--, protesto la oronda y siempre furibunda mecenas del artista.
--Ya se te parecerá--, respondió el tormentoso Picasso.

Aquello fue un escándalo en París. Nadie osaba hablarle así a la escritora, mecenas y coleccionista visionaria Gertrude Stein. Hasta el violento Ernest Hemingway se tragaba las gónadas cuando Stein calificaba sus relatos de "inaccrochables" (que no se pueden colgar). Stein era el Poder. Nadie triunfaba o fracasaba en París sin su permiso.

--No se me parece.

--Ya se te parecerá.

Y al final triunfó el arte y Gertrude Stein se pareció al cuadro. Ya nadie recordará a Gertrude Stein con otra fisonomía que la que pintó Picasso. Esto nos da ejemplo de que Picasso es, quizá con Goya, el artista más complejo y completo de la historia de la pintura. Hace que las cosas sean, no que hayan sido.

Lo que no sabíamos hasta ahora es que Picasso mantiene su afición por el retrato después de muerto. Qué fenómeno de la naturaleza. Siguiendo la larga tradición pictórica universal de agasajar a reyes, nobles y poderosos con un retrato, Picasso acaba de pintar el rostro de Jaime Botín.

Hermano del fallecido y todopoderoso Emilio, Jaime fue presidente de Bankinter, y el año pasado el ministro Luis de Guindos y sus secuaces le condenaron a pagar 700.000 euros por ocultar al fisco su participación en el accionariado de su propio banco. Nada que le quitara el sueño, pues la fortuna de este conspicuo señor ridiculiza los seis dígitos. Cuando va a sacar pasta al cajero le tienen que instalar una pantalla de panavisión, para que se haga usted una idea.

El caso es que los aduaneros franceses, que son grandes defensores del arte desde que cogió afición Henri Rousseau, acaban de pillar a Jaime Botín intentando sacar ilegalmente de España un cuadro de Picasso titulado Cabeza de mujer joven, y valorado en 26,2 millones de euros. Botín se quería llevar el cuadro a Suiza, cuyos banqueros adoran el barroco, el neoclásico, el cubismo, el modernismo, el prerrafaelismo y lo carísimo y blanqueable con igual fervor intelectual. Pero el cuadro de Picasso resulta que es Bien de Interés Cultural y no pude salir de España. Jaime Botín lo sabe. En 2012, Patrimonio Histórico le denegó la exportación y venta del cuadro. Pero él lo volvió a intentar. Esos dictámenes a esta gente se la traen floja. Se creen que están por encima del bien común. Porque son el mal común. Los ladrones de la vida y del arte. Andan robando cuadros. Para ellos es dinero, no arte. Y no te lo van a dejar ver. Qué bien ha retratado esta vez Pablo Picasso, después de muerto, a los Botín. Para que luego la gente te diga que el arte no vale para nada. La Ley de Patrimonio Histórico Español asegura que cuando se trafica patrimonio ilícitamente pasa a titularidad del Estado, de la gente. A ver si es verdad y nos quedamos el Picasso. Tengo ganas de colgar un buen cuadro, y no un mal busto, en las lentas y asquerosas paredes de mi país.

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