Rosas y espinas

Pagafantas Ramón Espinar

Pagafantas Ramón EspinarHay que ser pagafantas para que te pillen en la cafetería del Senado pididendo dos coca~colas el día en que se fulmina en el Senado tu propuesta para retirar la coca~cola de la cafetería, con la que pretendías defender a los trabajadores de coca~cola despedidos en Fuenlabrada. Hay que ser pagafantas.

Le sucedió este martes a Ramón Espinar, portavoz de Podemos en el Senado y famoso por ganar 30.000 euros con la reventa de un piso protegido en 2010, cuando era estudiante y Podemos no existía ni de lejos.

Pagafantas Ramón EspinarHoy el Senado rechaza la propuesta de Podemos para retirar la coca~cola del bar, y Ramón Espinar se va al bar, se pide dos coca~colas, le sacan una foto, se difunde, se monta un pollo en twitter, todos los diarios se hacen eco, y hasta el único líder en activo de la oposición, Pablo Iglesias, tiene que hacer el ridículo valorando ante los micros la terrible traición a los principios revolucionarios disueltos en las dos coca~colas: "Ramón ha cometido un error que me permite decir: boicot a coca~cola. Un error leve se convierte en que podamos repetir que estamos con las espartanas y los trabajadores de coca~cola, y que hay que hacer boicot a coca~cola. No sólo nuestros cargos, es una recomendación que hacemos a todo el país. Estamos con los trabajadores. Que alguien pueda cometer un error, como ha pasado con Ramón, es una ocasión estupenda para decir: boicot a coca~cola. Esto permitirá a Ramón participar de manera más intensa en la campaña: no hay mal que por bien no venga".

Obligar a tu jefe a pronunciar tal marianada es el culmen del pagafantas de Podemos. Pocos pagafantas he conocido tan profesionales como Ramón Espinar.

El asunto tiene importancia porque se está hablando del derecho de unos trabajadores concretos, y cuando se habla de eso se habla siempre del derecho de los trabajadores en general. Sobre todo en estos tiempos en los que a casi nadie se le permite considerarse trabajador, y por tanto casi nadie defiende los derechos de los trabajadores, que son una especie a parte. El Tribunal Supremo ha emitido sentencia firme para que coca~cola readmita a los despedidos, y la empresa se niega a obedecerla.

El pagafantismo de Ramón Espinar permite la burla a un partido y a una causa, y por eso es imperdonable. Una de las escasas e inútiles armas que ha gozado siempre el oprimido contra el opresor es el humor. No ser consciente de esto como obrero, y facilitar que las derechas se rían de ti, que sus votanten se rían de tus votantes, es entregar la poción mágica de tu aldea irreductible. Y eso es lo que ha pasado con las dos coca~colas de Ramón Espinar, que ya son pócima del enemigo.

En mi modesta e iletrada opinión, lo importante de todo esto es que un gobierno y un parlamento democráticos no exijan al poder judicial que tome medidas ya contra una empresa que incumple una sentencia del Supremo. Que sus señorías se dediquen a montar o desmontar boicots a la coca~cola en la cafetería del Senado me parece trifulca adolescente de instituto. Y ese es el debate que ha oscurecido Ramón Espinar regalando a la oposición esta broma informativa, esta irrisoria cortina de humo.

Coño, Ramón, que las cortinas de humo ya las saben poner muy bien ellos.

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