Rosas y espinas

'Ayusemia' y 'ayusada', según la RAE

La presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso. E.P./Marta Fernández
La presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso. E.P./Marta Fernández

Está la polisemia, que es cuando una expresión puede significar más de una cosa. Y está la ayusemia, que es cuando una expresión puede significar menos que nada. Tiene su mérito. Si no significar nada es difícil incluso para los que somos más vulgares y discretos, imaginad el esfuerzo sobrehumano que tiene que conllevar el significar menos que cero.

Isabel Díaz Ayuso se ha convertido desde tiempo ha en la reina de las pocas luces, pero ahora es menos luminosa que nunca tras decir que no acatará las medidas sobre reducción del consumo de energía que proponen el gobierno, Europa, el inmenso orbe... Los escaparates de Madrid seguirán encendidos a las tres de la mañana, se compromete, por mucho que los niños de la Cañada Real continúen sin luz y colapse el mercado energético europeo.

Ayuso va a lo suyo. Si mañana se presenta a unas elecciones madrileñas, nacionales o interestelares lo mismo las gana, lo que nos viene a confirmar que el ayusismo es más peligroso que lo que su estupidez sugiere.

El ayusismo es incompatible con la racionalidad, por eso es imposible combatirlo.  Ayuso es el logro neo-madrileño de la greguería sin poesía debajo. Algo que ni siquiera Ramón Gómez de la Serna logró intuir, a pesar de que gustaba ir subido en elefantes.

Por lo que he observado en estos días, con el cerebro recalentado, muchos jueces también son expertos en ayusismos. Ayusista es que prescriba un delito como el cometido por la familia Ayuso con Avalmadrid. Vamos a ver los hechos. Los padres de Isabel Díaz Ayuso piden 400.000 euros a la empresa semipública Avalmadrid en enero de 2011. Menos de un año después de cobrar la mordida, con Isabel ya como diputada madrileña, los progenitores de nuestra presidenta donaron a su hijo Tomás y a su hija Isabel sus propiedades, de manera que la deuda pública no se pudiera ejecutar contra un embargo. Un negocio redondo. El timo de la estampita. Pero un ayusista juez acaba de decir que ha prescrito. Y que los Ayuso se queden con la pasta.

El fiscal Anticorrupción, Alejandro Luzón, también incurre en brillante ayusada cuando no ve nada raro en que el hermano de la presidenta se lleve una comisión de casi 60.000 pavos por comprar mascarillas para la CAM: "Por lo que se refiere a la facturación, el pago y el cobro de la comisión, el procedimiento seguido debe calificarse de transparente".

Uno puede decir en público que le encanta la contaminación como seña de identidad de Madrid, que le gusta que le llamen nazi porque eso significa que va por buen camino, que los niños nonatos tienen derecho a la prejubilación, que los mayores muertos en las cárceles en que se convirtieron las residencias durante la pandemia se hubieran muerto igual. El ayusismo no tiene límites y no está mal visto socialmente ni judicialmente.

No hay que olvidar que el ayusismo ya se ha cargado fulminantemente a todo un presidente del PP. Pablo Casado no duró una semana desde que pidió que se investigara la comisión del hermanito Tomás Ayusito por las mascarillas.  Ahora Ayuso acaba de enfrentarse al nuevo presidente de su propio partido con sus muchas luces. Había dicho Alberto Núñez Feijóo hace unos días que era "imprescindible" un plan de ahorro energético. Ahora Ayuso dice que "Madrid no se apaga". Y, con lo choni que es, se intuye que se quedó con ganas de añadir: "El que se apaga eres tú, gallego"

Nosotros, los que sufrimos en Madrid, ya estamos acostumbrados, pero el pobre Feijóo se va dando cuenta de que IDA no va a ser tan complaciente como el narco Marcial Dorado, y no le va a untar la cremita solar en la espalda. Nos esperan tiempos fascinantes en el seno del PP. Los términos ayusemia ayusada deberían ser inmediatamente aprobados por la RAE, porque este rayo no cesa. Y serán términos que estudiarán los politólogos del futuro.

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