Rosas y espinas

ZP y la 'ley Sissi'

A veces pienso que José Luis Rodríguez Zapatero es mejor ex que presidente. Y eso que, de inquilino de Moncloa, no dejó tan amarga memoria hasta los estertores de su mandato, cuando vendió sus alforjas socialistas a los delirios austericidas de Angela Merkel, y empeñó la salud de sus votantes a cambio de la salud de los bancos.

Como jarrón chino, sin duda ZP es el mejor de nuestros ex presidentes. Adolfo Suárez siguió braceando después de perder el poder hasta hacer un ridículo espantoso con aquel Centro Democrático y Social que fue una precuela de Ciudadanos y UPyD, una nadería de diseño, una versión política de la Barbie, a medio camino entre la cosificación ideológica y la plastificación ética.

De Felipe González y José María Aznar ni me atrevería siquiera a decir que son jarrones chinos, pues nadie sabe de jarrón chino alguno al que le des una patada accidental y te rompas tú el peroné. Que se lo pregunten a Pedro Sánchez y Mariano Rajoy, constantemente perseguidos en los salones de Moncloa por sus respectivos jarrones chinos.

(Reconozco que me olvido de Leopoldo Calvo Sotelo, pero fue un estadista tan olvidable...).

Zapatero es inofensivo, en el sentido de que posee una rara cualidad para no ofender a nadie. Sobre todo los días en que no manda modificar el artículo 135 de la Constitución. Mientras el orbe libre bramaba contra la presunta dictadura venezolana, ZP se iba de observador y nos contaba que las elecciones ganadas por Nicolás Maduro era puras y limpias. Por supuesto, su partido no le hacía ni caso, pero tampoco le daban una cerámica patada en el pasillo. En las bases socialistas, siempre más a la izquierda que sus dirigentes, aquellas palabras de ZP alejándose del monocorde y falaz discurso del neoliberalismo global contra el bolivarianismo sonaron a gloria. El socialista de base necesita volver a saberse socialista de vez en cuando, a pesar de la cenutriez neocapitalista de algunos de sus dirigentes (Lambán, Page, el fantasma de Canterville de Bono...). Las palabras de ZP sobre Venezuela reconciliaron a una parte considerable del votante del PSOE con la palabra socialista de sus siglas. Como hizo recientemente en Davos Pedro Sánchez exigiéndole al mundo un montón de bellezas en las que no sé si cree (aquí ni siquiera ha derogado la ley mordaza: viva su libertad de expresión en Davos, pero a ver si la vemos en el BOE).

Ahora ZP no ha dudado en meterse en el fango del debate sobre la ley Sissi, y no la llamo así por ridiculizar la ley que ha impulsado el ministerio de Irene Montero, sino por denunciar que el PSOE ha aceptado la invitación de la derecha mediática y política a convertir el tema en una intriga palaciega entre socios de gobierno, entre reyes y cortesanas. El PSOE cae tan a menudo en las trampas mediáticas de la derecha que, a veces, parece que lo hace a propósito.

Ha dicho Zapatero, entorpeciendo bellamente cual jarrón chino los pasillos de la Moncloa, que a lo mejor no es tan buena idea modificar la ley del sí es sí para convertirla en una muy austrohúngara y retrógrada Ley Sissi.

Desde mi ignorancia, yo supongo que la ley es mejorable. Como todas las leyes. Pero, y no sé por qué, me da la impresión de que este ataque a la ley Sissi no es solo una reacción contra una reforma legislativa, sino contra un cambio de paradigma cultural. Por eso esta ley es tan polémica y atacable: porque cambia cosas que nunca nos habíamos atrevido a cambiar. Como paradigma cultural, por si me estoy perdiendo, os pondré un ejemplo discotequero: con esta ley ya no hay barra libre para tocarle a una tía el culo en una discoteca. Te pueden caer 4.000 euros. Ya te lo tienes que pensar. Y obligarte a pensar que meterle mano impunemente a una tía que pasa por ahí y a la que no conoces es sucio y humillante, te convertirá en mejor persona.

Ha dicho el jarrón chino ZP, ni más ni menos que en el programa de Pablo Iglesias: "La Ley de violencia de genero tuvo el récord de cuestiones de inconstitucionalidad, y tiene el récord en nuestra democracia. Es sorprendente. Cada cambio legislativo en profundidad que hemos vivido en nuestro país en favor de los derechos y libertades, especialmente de la igualdad, en favor de las mujeres, de la protección de su dignidad, siempre, no solo en España, siempre va a originar un proceso de controversia, de debate social... Pero, al final, tiempo al tiempo". Hoy, aquella ley zapaterista de violencia de género que tuvo 200 recursos no es discutida ni por Santiago Abascal.

Escuché en una tertulia de la Ser que ZP dice esto porque está más cerca de Podemos que del PSOE. Como si estar cerca de tus socios parlamentarios fracturara la democracia. Como si consensuar fuera antónimo de democracia. Así se las gastan los que dan patadas al jarrón chino de ZP. Que gusta de tropezarse, pero nunca se rompe.

 

Más Noticias