Rosas y espinas

Se divide el fascismo

Isabel Díaz Ayuso, durante el acto de entrega de las Palomas de Bronce-Bomberos de Madrid, a 15 de agosto de 2024. — Ricardo Rubio / Europa PressHacían ayer nuestros compañeros de elDiario.es un divertido repaso a las predicciones catastrofistas de Alberto Núñez-Fakejóo desde que Pedro Sánchez revalidó gobierno tras las elecciones del 23 de julio del 2023. No sé cómo le cupieron tantas hecatombes a Fakejóo en tan parva boca, tan escaso caletre y tan corto calendario.

Por supuesto, ninguna de las predicciones del gallego agorero se cumplieron: ni perdimos los fondos europeos, ni España entró en recesión, Puigdemont no es presidente catalán, Arnaldo Otegi tampoco gobierna Euskadi, no se ha roto España salvo en la línea 7B de metro entre Ayuso y Florentino, el timo ibérico no nos ha dejado los hogares a dos velas y todo el pensamiento de nuestro líder de la oposición no acertó ni un resultado de la lotería ideológica. A ver, Alberto, que es que no cabe tanta desgracia ni en una novela de Dickens.

Una cosa sí se puede decir en favor de Nostradamus Fakejóo: no es gafe: cuántas más plagas les invoca, a PS y a España les va mejor. Dato gana a designio.

Tan ocupado ha estado Fakejóo inventándose apocalipsis cotidianas que no ha tenido tiempo de aportar ninguna idea constructiva a la gobernabilidad del país. Salvo que consideremos como tal mandar la Armada a detener cayucos en el Mediterráneo, ocurrencia que ya había salido de la boquita piadosa de Santiago Abascal, confirmando ambos un desconocimiento del Derecho Marítimo que no sé yo si es muy buen aval para gobernar en un país con 8.000 kilómetros de costa. Bastante más distancia de agua que la que separa A Coruña de Nueva York.

El caso es que, observando encuestas y resultados electorales, la estrategia gore del PP no está saliendo mal del todo. Tienen invadido el territorio autonómico y municipal y Fakejóo no es presidente por unos poquitos votos, no solo porque no quiera.

Yo no sé hasta dónde soportará el votante inteligente –que lo habrá– del PP la degradación del discurso de sus líderes hacia la indigencia infantiloide de Isabel Díaz Ayuso, que desde que descubrió que en Ecuador hablan nuestra misma lengua ya se deslengua en dos idiomas.

Anda la gente haciendo muchas cábalas sobre si PS aguantará un año más su funambulista situación parlamentaria. A mí me preocuparía más la estabilidad de cierto amigo del narco Marcial Dorado en el sombrío torreón de Génova 13: "Espejito, espejito, ¿quién ganó las elecciones?".

De vez en cuando, leo a mis colegas columnistas anunciar la agonía lenta del feijoato hacia una catarsis del PP que recupere esa moderación que yo nunca he percibido. Quisiera ser optimista pero, ¿podría señalarme alguien a un miembro moderado del PP, de hogaño o de antaño? O no existen, o se esconden mejor que Puigdemont, o quizá sean unicornios políticos, lo cual sería tan bonito como inútil.

Ya puestos, yo en lugar del unicornio casi preferiría que tomara la Bastilla genovesa Isabel Díaz Ayuso, con una teta de fuera y una caña en la mano en plan La Libertad guiando al pueblo.

Ayuso es la prueba, en diferido y en forma de simulación, de la victoria de Esperanza Aguirre en aquel congreso de València en que la eterna baronesa madrileña se quiso cargar a Mariano Rajoy.

En sus memorias (porque Esperanza Aguirre escribe memorias de vez en cuando), cuenta que en el aquel 2008, cuando quiso echar a Rajoy por blando, todos los del congreso popular "se dedicaron a hacer la pelota" al líder gallego, sintió "una hostilidad tremenda en el ambiente de aquel Comité" y la calificaron de "bruja piruja".

Todos estos entrecomillados son del libro de la propia Esperanza Aguirre Yo no me callo, editado por Espasa en 2018, y que solo desconoceréis los escasos españoles que no amáis la gran literatura.

Una vez calificada como "bruja piruja" y perder el congreso de València ante Rajoy, Espe se dio cuenta de que había terminado su carrera política, pero no su guerra ideológica. Y qué mejor heredera que la delegada del Gobierno que mandó apalear sin piedad a los pacifistas del 15-M y el 25-S. Una tía con dos cojones, que diría Rafa Hernando.

Cristina Cifuentes falló porque, cobrando casi 100.000 pavos al año, se dedicaba a robar cremas faciales baratas en centros comerciales. Eso ya es muy de choni. Una cosa es atropellar a policías municipales y huir en plan marquesa Fast&Furius como la Espe, y otra robarle las cremitas faciales a las grandes superficies que garantizan la prosperidad de nuestros agricultores, ganaderos y marineros de derechas. Antes muerta que poligonera.

Isabel Díaz Ayuso, la nueva elegida de Esperanza Aguirre, se ha buscado un espacio ideal entre el polígono choni de Cifu y la aristocracia de Fast&Espe. Y eso a las marquesas posmodernas les pone más que el chinchón. Ayuso es plebeya, pero ya sus padres pidieron a la empresa semipública AvalMadrid un crédito de 400.000 euros y, cuando no pudieron pagar, donaron sus propiedades a Isabel Díaz Ayuso y a su hermano, para que no se las embargaran. Un timo perfecto.

El hermano de Ayuso se llevó un cuarto de millón de euros en comisiones por venderle mascarillas sospechosas al Gobierno de su hermana, y el novio delincuente confeso de Isabel Díaz Ayuso anda intentando eludir la cárcel por falsedad documental y fraude a Hacienda, y por haber ganado dos millones de euros no se sabe dónde ni cuándo ni cómo ni no sé cuántos enigmas.

Yo concluyo que mi Espe se equivocó con Cifuentes y acertó plenamente con Ayuso. Entre una robacremas de diez euros y una joven prometedora que ya carga con la sospecha de haber despistado dos millones y medio con solo 45 años, si soy votante del PP, adorador de delincuentes, yo me quedo con Ayuso.

Desde que Ayuso alzó la voz, el Madrid de Espe resiste. El "no pasarán" adquiere un nuevo significado, y ni Rajoy ni Casado ni Feijóo consiguieron derribar las trincheras del ultraesperanzismo madrileño. Los del PP nacional no pasaron y seguirán sin pasar.

Ya va siendo hora de que el PP de Ayuso inicie su aquelarre. Pablo Casado no le duró una semana. Feijóo no solo falló el 23-J al no conseguir la Moncloa. La sangría de votos fascistas hacia Vox y Alvise convierte por fin al PP de Feijóo en nueva víctima de la Ley D’Hont. Justicia poética. Al fascismo le está pasando lo que a la izquierda de toda la vida. Se divide. Ayudemos a que se peleen entre ellos, como ellos han sabido encender las luchas entre nosotros. Puede ser bastante divertido y edificante. Y, en las sociedades cultas, el trabajo de ser divertidos y edificantes corresponde a los periódicos. Por si alguien no se había dado cuenta.

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