Rosas y espinas

Rajoy manda a Villarejo a trabajar

Rajoy manda a Villarejo a trabajar
El expresidente del Gobierno, Mariano Rajoy, en una de sus carreras diarias para hacer ejercicio. EFE/Archivo

— ¡A trabajar!— le dijo el presidente Mariano Rajoy al comisario Villarejo un día que lo vio en un despacho de la sede de Génova 13.

La fuente es el propio José Villarejo, que se lo cuenta en conversación grabada al entonces secretario de Estado de Seguridad, Francisco Martínez. Lo ha sacado este periódico en exclusiva esta semana.

—Había una manifestación de tíos de la Coca-Cola dando por culo —dice nuestro 007 en la citada conversación para situar la fecha del breve encuentro: 12 de marzo de 2014. Los que daban por culo eran, por supuesto, trabajadores que se manifestaban para mantener su empleo. No conviene pasar por alto la forma de hablar de esta peña: reivindicar derechos es, para ellos, sinónimo de porcular. El "a trabajar" de Mariano Rajoy lo dejo para que lo traduzcáis vosotros solitos.

Mariano Rajoy es un ser misterioso. No solo por el M. Rajoy de los papeles de Bárcenas, que es chiste fácil. Dicen, no sé si los filósofos o los spoilers, que los humanos son diferentes a las demás especies sobre todo en una cosa: son los únicos que nombran al más tonto como jefe de la manada. Los que denostan la democracia lo hacen precisamente basándose en eso.


No quiero decir con esto que Mariano Rajoy sea el más tonto de la manada. Ni mucho menos. Si esto fuera una novela y no la historia daría el prototipo de criminal perfecto: nunca estuvo allí, nunca dijo nada, nunca escuchó nada. Pero siempre llegó a todo.

—Si aspiras a sucederme, aprende a hablar gallego y cásate —le dijo en célebre ocasión Manuel Fraga a nuestro Mariano.

Era entonces Fraga, hace treinta años, presidente de la Xunta de Galicia, y Rajoy no le hizo caso y llegó a presidente del Reino de España, un imperio donde se pone (de todo) hasta el sol. Luego se casó, pero nunca aprendió a hablar gallego. En castellano, sin embargo, destacó como creador de algunos de los modismos y epigramas más desalentadores de la historia de la cultura española: "Es el vecino quien elige al alcalde y es el alcalde el que quieren que sean los vecinos el alcalde".


Los "hilillos de plastilina" del Prestige se confirmaron como otro hito de la caricaturización del personaje. Y su presencia en el cuaderno azul de Aznar parecía anecdótica al lado de un gigante apandador como Rodrigo Rato. Siempre en la sombra, siempre en la gracieta, siempre en la nada, Mariano llegó a todo, ganó todo, y hoy lo observamos más impune que a un rey: ni siquiera los jueces suizos ni los periodistas ingleses ni Corinna Larsen se han fijado en su persona.

En plena pandemia, una televisión pilló a Rajoy saltándose el confinamiento. La única duda procesal que había es si iba caminando rápido o corriendo lento. Pero el caso es que nunca le llegó la multa, como él mismo reconoció.

Mariano Rajoy siempre tuvo el don de la transparencia. O eso quiero creer desde un punto de vista literario. Y nos lo confirman estas grabaciones que ha sacado en exclusiva Público, y que nunca tendrán validez jurídica. La sombra de Mariano sobrevuela todo el tiempo el cielo y la historia reciente de esta España, pero nadie parece haberlo visto nunca en ningún sitio. Es el Kevin Spacey español de nuestros sospechosos habituales.

—¡A trabajar! —le dijo Mariano a Villarejo. Buen resumen de la historia reciente de España-

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