Ruido de fondo

Bruselas, ora pro nobis

Déjenme hablar de una región que no sea Cataluña o el País Vasco, por favor. Resulta que el Tribunal Superior de Justicia de Andalucía ha paralizado cautelarmente el Plan de Ordenación de los Recursos Naturales que la Junta de Andalucía, gobernada desde hace dieciocho años por Manuel Chaves, aprobó hace un año para el Parque Natural de Cabo de Gata-Níjar. Según los ecologistas de Salvemos Mojácar, a quienes la sentencia da la razón, la verdadera intención de la Junta es legalizar miles de viviendas y recalificar un 3% del parque natural, el mayor espacio protegido del litoral mediterráneo peninsular. Hay que ser mendrugo, con la que está cayendo. Con esta sentencia se pone de manifiesto lo siguiente. Uno: la urgente necesidad de que los socialistas dejen de gobernar Andalucía. Es una lástima que los andaluces tengan que elegir entre Chaves y el otro, Arenas. ¿No le interesaría a Ibarretxe, ya que está con el mono, presentarse a la Junta? Dos: la falsedad de que el autogobierno repercute en el bien común y sirve para defender lo público frente los intereses privados. Cuanto más cerca está el poder del objeto de decisión, más corruptelas. ¿Y qué es eso de ceder las competencias de medio ambiente a las autonomías? Las chorizadas de la Junta, interesada como nadie en cargarse el Cabo de Gata, afectan incluso a los caseríos de Hernani. Y tres: la necesidad de recortar el poder de concejales de pueblo y consejeras de medio ambiente. No me fío de ellos. Y tampoco de Madrid. Fíjate tú qué curioso: si algo en los últimos años ha puesto coto a la irresponsabilidad de las instituciones frente a la voracidad del ladrillo han sido las directivas de la lejana Bruselas.

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