Ruido de fondo

Uf, qué alivio

Me ha pillado la Semana Santa, y no he podido despedirme públicamente de Manuel Chaves, el único presidente de la Junta de Andalucía que he padecido desde que vivo en el sur, hace ya catorce años. Así que aprovecho que aún no se ha extinguido del todo el rescoldo de los nuevos nombramientos para felicitar desde aquí a todos los andaluces, que por fin se lo han quitado de encima. A él y a su ayuda de cámara, Zarrías, un político verdaderamente capaz. Capaz de cualquier cosa. Lo siento por Madrid. Claro que lo de quitarnos de encima a Chaves y a Zarrías es un decir. Estos dos grandes hermanos andaluces lo han dejado todo tan atado y tan bien atado, que ríete tú de los congresos a la búlgara y del testamento de Franco. Esto que hemos visto en Andalucía es democracia interna y no lo que hace Chávez en Venezuela. El mutis por el foro del hombre que hasta hace poco estaba ilusionadísimo por volver a presidir la Junta, y el enjuague para perpetuar la gerontocracia en Andalucía son estímulos impagables para dejar de votar a esta gente. ¿Que por qué me pongo así? Porque en este mundo globalizado, la educación, la sanidad, las infraestructuras y el medio ambiente son los únicos campos en los que un político nacional o regional puede actuar con autonomía. Solo se necesita voluntad y competencia. ¿Y cómo se ha quedado la enseñanza y la sanidad públicas, las autopistas autonómicas y la protección a los parques nacionales tras quince años de gobierno chavista? Si alguien tiene curiosidad por ver nuestros pomposos colegios bilingües con ordenadores que nadie ha conectado todavía, el transporte regional de la Andalucía no sevillana o esa comedia bufa, pero trágica, del Algarrobico y similares, que se venga a Andalucía.

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