Ruido de fondo

¿Algún desatascador en la sala?

Yo pensaba que la lucha generacional en el PSOE se había librado hacía ocho años, cuando aquel joven de León nacido en los 60 le arrebató a Bono la secretaría general del partido. En otra institución con menos vanidades aquel congreso hubiese marcado un punto de inflexión: la iluminada generación de Felipe González, que tanto daño ha hecho a la izquierda y a la democracia, cedía por fin el paso a los jóvenes. Aunque la verdad, eso de jóvenes es un sarcasmo si comparamos la edad de Zapatero con la que tenía González en el congreso de Suresnes.

Pero está visto que los políticos son como los entrenadores de fútbol, que vuelven a ser contratados una y otra vez, aunque su carrera esté plagada de fracasos y bajadas a segunda división. Es el caso de Rubalcaba, un milagroso superviviente del primer naufragio, que tras hacerse con el timón del partido y llevarlo a un desastre todavía mayor, no sólo se resiste a abandonar la política, sino que se plantea seriamente tomar de nuevo las riendas. Narradores españoles: en la prodigiosa biografía de Rubalcaba tenéis una excelente novela picaresca.

Salvo que los militantes más jóvenes tomen cartas en el asunto y planten cara a los activos abueletes del partido, el PSOE tardará en recuperarse. No es la izquierda la que ha sufrido un varapalo en las pasadas elecciones. Lo que ha fracasado es el PSOE de Felipe González, que Zapatero no supo o no quiso desmontar: un partido de centro-derecha que ha ocupado, con publicidad engañosa, un desmesurado espacio político; una bola de pelos, soberbia, palabrería y ambición que ha atascado durante treinta años las cañerías de la izquierda.

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