Ruido de fondo

Si te molesta, te jodes

Aminatu Haidar estará ahora con los suyos, en El Aaiún. La presión de Francia y Estados Unidos ha conseguido que lo que parecía una inevitable tragedia se haya quedado en un cuento de Navidad con final feliz: el individuo ha prevalecido sobre los intereses del Estado. No siempre es así. Generalmente no es así. Lo normal es que la razón de Estado, el bien común (que suena más humanista), pase por encima de las personas. Lo que estos días está sucediendo en Copenhague puede verse de este modo: como una lucha entre los Estados y la gente de carne y hueso. "La tierra no pertenece a nadie. Sólo al viento", ha dicho Zapatero en la cumbre. ¿Quién le habrá escrito esa mentira tan boba? La Tierra pertenece a las criaturas que habitan en ella. Vamos, no es que la Tierra les pertenezca, es que son la Tierra. Los animales. La gente. Frente a ellos se alza la razón de Estado, un entramado de intereses económicos a menudo incompatible con su bienestar. En el caso de Aminatu Haidar han vencido las personas, pero en la lucha contra el cambio climático van venciendo los Estados. Y no creo que el desenlace final cambie en las próximas horas. El Estado siempre tiene razón. Y nunca pierde si no quiere perder. Que se lo pregunten a los vecinos que viven cerca del aeropuerto de Barajas. Denunciaron al Estado por incumplir sus propias leyes contra el ruido. Dos tribunales les han dado la razón y han obligado a disminuir las molestias. Pero el Estado ha puesto sus intereses económicos por encima del bienestar de estos vecinos, y ha decidido cambiar la ley. Si te molesta el ruido, viene a decir el nuevo texto, te jodes. La Tierra no pertenece a nadie, solo al viento. Viva Haidar.

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