Cuando vi por primera vez a Lionel Messi posando en calzoncillos para un anuncio de Dolce & Gabbana, por fin entendí el significado de la palabra antilujuria. La marca es una de esas grandes de la industria de la moda que pueden vestir a estrellas de Hollywood en la alfombra roja y también a horteras de bolera con el bolsillo bien repleto. Con Messi, por más balones de oro que tenga, los italianos la cagaron, eso está claro, y lo peor es que parecen estar orgullosos de ello.
El futbolista volvió a perpetrar esta semana otro atentado a la vista con su traje brilli brilli color... ¿vino? durante la entrega del Balón de Oro 2013, que esta vez se llevó a casa Cristiano Ronaldo. Lo relataron muy bien Sergio León y Jorge Yusta en este diario: "Parecía un cantante de karaoke". El argentino podría haber sacado el atuendo del armario de Georgie Dann.
En galas anteriores, Messi se había lanzado a llevar trajes de flores, puntitos y todo tipo de tejidos reflectantes. Su estilo iba in crescendo. Y lo del lunes fue lo más. Al verle llegar a la gala del Balón de Oro, sus compañeros debieron de flipar. Seguro que más de uno le dijo que qué original iba y que qué bien le sentaba. Sin cortarse ni un pelo. Algo así se lo puedes soltar a un as del fútbol y quedarte tan pichi.
Me imagino a Cristiano Ronaldo mirándole de reojo con cierta sorna. Y me diréis, pues otro que tal baila. Pues no, Cristiano tendrá un puntito poligonero con sus cejas depiladas y demás, pero a veces nos enseña otro bastante interesante, como demostró el día en el que renovó su contrato con el Real Madrid al plantarse unas gafas de falso hipster a las que daría un notable alto. Sé lo que pensáis: sois unos envidiosos, sólo porque es guapo y rico... ayyyy.
De todas formas, os invito a comparar a La Pulga con el portugués y, por qué no, también con David Beckham en otros anuncios de ropa interior para Armani:
¿Alguien nota las 100.000 diferencias con Messi?
Y ahora os voy a confesar la razón por la que veo a este pedazo de futbolista como alguien sin ningún tipo de atractivo ni interés, aparte del deportivo, claro está. No es que yo sea del Madrid y él se esté inflando a ganar títulos con y para el Barça, no. Lo que me hace ver a Messi como la antítesis de alguien deseable es esa afición por amasar millones -es uno de los deportistas mejor pagados del mundo- e intentar escaquearse de pagar impuestos. Un hobbie familiar repelente.
Comentarios
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