Vivimos en un mundo en el que un diseñador de la relevancia de Karl Lagerfeld defiende sin cortarse un pelo que "nadie quiere ver gordas en las pasarelas", en el que una firma como American Apparel da la orden de contratar modelos que no sean "gordas de Instagram ni zorras" y en el que los cánones de belleza establecen que un cuerpo "perfecto" debería estar entre las tallas 36 y 38 con un pecho más propio de las 40-42 (o ya que nos ponemos, mejor operado).

Los medios de comunicación, especialmente en la publicidad relacionada con la moda, reflejan una sociedad distorsionada: más joven, menos arrugada o más delgada que la real. En este contexto, aún sigue siendo noticia que una marca cuente con mujeres de tallas grandes para sus campañas publicitarias. Un camino que abrió Dove y por el que han seguido muchas otras que ahora quieren subirse al carro de la defensa de las mujeres reales.

La última en dar este paso en la publicidad ha sido Lane Bryant, que ha conseguido que su última campaña sea viral. Con su hashtag #ImNoAngel ha contrapuesto con éxito la belleza de sus modelos de las tallas XL y XXL a la tiranía inalcanzable para muchas de las tallas XS y S que lucen con sus alitas los ángeles de Victoria's Secret, que ha conseguido poner a medio mundo en su contra abanderando el canon de belleza de la mujer alta megaflaca con tetazas.

La respuesta a la última campaña de Victoria's Secret (The Perfect Body) conllevó incluso una petición en change.org para que la marca de lencería se disculpara. Pero nada más eficaz que estas mujeres con michelines, bellas, contundentes y que con una actitud desafiante son capaces de competir con los famosos ángeles. Ahora sólo falta que las tallas medianas se hagan su hueco.