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Un paso más hacia la igualdad

La desigualdad no es sólo cuestión de género. Si no, que se lo pregunten a esas parejas que han recorrido más de 100 kilómetros en fin de semana por las circunvalaciones de Madrid en busca de un remedio urgente tras un accidente sexual. Cuando se enteran de que eso no les ocurre a otras parejas en otras autonomías, de que hay extensas zonas de España donde reclamar la píldora del día después no es necesariamente una aventura, esos ciudadanos suelen renegar de la España plural, en lugar de mentar al Gobierno autonómico que rige las políticas sanitarias en su terruño.

Desde septiembre se podrá comprar la píldora poscoital en cualquier farmacia y a cualquier hora, según anunciaron ayer las ministras de Igualdad y Sanidad. Y eso terminará en parte con esa discriminación que ahora soportan algunos ciudadanos en función de su lugar de residencia (en medicina reproductiva, las diferencias son abismales).

Los tremendistas ya han  puesto el grito en el cielo porque los menores podrán comprar la píldora. La automedicación entraña peligros, sí, pero los efectos secundarios de este fármaco (prácticamente nulos, según los médicos) no pueden competir con un embarazo no deseado.

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