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La pena y el escarnio

Los del PP han acuñado la expresión "pena del telediario" para lamentar el desprestigio que supone ver en las noticias a uno de los suyos esposado y conducido a declarar ante el juez por corrupción. Aunque rara vez hay cámaras de televisión de por medio, los detenidos por consumir o distribuir pornografía infantil también tienen su dosis de condena pública antes de recibir la sentencia judicial.

El escarnio familiar, social y en muchos casos laboral que conlleva ser acusado de pedofilia es tal que los expertos estiman que constituye la clave para explicar por qué este tipo de delincuentes rara vez reincide.

La policía detiene al año a unos 400 pedófilos, de los que no ingresa en prisión ni el 10%. La pedofilia está castigada en el Código Penal con penas de entre uno y cuatro años de prisión, en función de que el delincuente sea consumidor o también distribuya pornografía infantil.

Ante estas cifras, y dada la repugnancia que despierta ese tipo de delitos, el impulso inmediato es reclamar que se endurezca la legislación para que esos depravados se pudran en las cárceles. Pero tras un análisis más sosegado, el endurecimiento penal no parece tan necesario.

Los que se libran de la prisión (el 90% de los detenidos) lo hacen porque son condenados a una pena inferior a dos años de cárcel, sí, pero también porque carecen de antecedentes penales. Si además no reinciden, como sostiene la policía, endurecer las condenas sólo serviría para satisfacer el deseo social de castigar, no la finalidad legal de rehabilitar al delincuente.

El rechazo social, la vergüenza familiar y la pérdida del puesto de trabajo –la triple ruina, como la denominan los expertos– no son un castigo menor. Si la sociedad respondiera con esa misma repugnancia, por ejemplo, al maltrato de género, seguro que se reduciría drásticamente el número de mujeres muertas a manos de su pareja.

El endurecimiento de las penas es un recurso eficaz para tranquilizar las conciencias, pero inútil para reducir el número de delitos. Es más efectivo que baste la pena del telediario.

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