Iñaki Berazaluce

Gonzalo Gonzalo, viticultor de La Rioja, necesitaba algo de dinero para etiquetar y embotellar un nuevo vino –Le Punk-. No era gran cosa, apenas 1 millón de las antiguas pesetas, de modo que acudió a la sucursal de la caja de ahorros de su pueblo, Fuenmayor, pero le denegaron el crédito: “Me dijeron que el vino no es bien embargable, así que si quería los 6.000 euros necesitaba un aval de mis padres”, relata. “Me pareció ridículo, así que pedí reuní el dinero entre amigos y cambié el nombre del vino a Gran Cerdo, porque el tipo que me negó el crédito era un tocino, morfológicamente, un cerdo”. [» Seguir leyendo »]
Noemí Rivera

Muchas veces, es difícil para un vasco comunicarse con alguien que sólo habla español sin introducir palabras en euskera, ya que existen muchos términos que son imposibles de decir en la lengua de Cervantes. Y no nos damos cuenta de que el castellano necesita de ellas hasta que uno se topa con un vasco: “¡Eguerdi on, Carlos! Pues nada, que el otro día estábamos yo y Mikel -que es un tipo súperjatorra– con un tripazorri horroroso -¡y eso que nos habíamos tomado un hamabitako enorme!- y le dije para ir de poteo y tomar unos pintxos y unos zuritos, Total, que nos liamos, zurito arriba y zurito abajo, y acabamos de gaupasa, ya ves, y eso que caía un sirimiri de lo más asqueroso”.
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