Los mercadillos también se suben, a su manera, al carro del Blas Fridai y lo hacen como mejor saben: con una oferta imbatible de marcas truchas ¿Quién no ha estrenado orgulloso unas flamantes zapatillas marca Nikel hasta que el listillo de la clase se dado cuenta y te has convertido en el hazmerreír del patio? Las multinacionales se gastan auténticas millonadas en crear y fomentar sus marcas, para que luego llegue un desalmado y se saque de la manga un bolso Coco Canal o unos bolso sospechosamente llamado SOCHINO.
Pero hace tiempo que las marcas truchas han salido del mundo textil para invadir cualquier sector de la economía, de la electrónica (los auriculares marca Sonia o el prestigioso reproductor iPed) a la alimentación: qué mejor que un capuchino bien cargado en el StarFucks para mojar unas crujientes galletas Boreo.
Con santos de Google Imágenes, Bored Panda y Just Something.
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