Lloviendo piedras

Corrupción, mentiras y periodistas de la corte

Max Weber escribió que cuando una decisión está políticamente condicionada,  se quiere significar que la respuesta dada depende, esencialmente, de los intereses relacionados con la distribución, la conservación o el desplazamiento del poder. El que hace política aspira al poder; ya sea al poder como medio al servicio de otros objetivos o bien el poder por el poder mismo. Fin de la cita

 marhuindaSi analizáramos el caso Bárcenas desde esta concepción de la política, sería impensable que el debate sobre la comparecencia de Rajoy se dirimiera en términos de ganadores y perdedores de una batalla dialéctica que pugna por ganarse la confianza de una ciudadanía "expectante". Desde esta concepción, diríamos que el presidente no facilitó dato alguno ni de las motivaciones que le llevaron al apoyo incondicional al ex tesorero, ni en lo referido a la información que permita valorar si la contabilidad B del PP es real.

Si creyéramos que el presidente es sincero cuando dice que se equivocó al creer a Bárcenas y que "se le cayó la veda de los ojos" cuando conoció las cuentas en Suiza, concluiríamos que el presidente se ha dejado llevar por un acto de fe. Desde luego es inquietante que el presidente del gobierno tome sus decisiones por actos de fe.

El segundo de los aspectos, es aún más preocupante. Lejos de dar explicaciones y datos que sustenten la veracidad o falsedad de los papeles del tesorero, se limita a reiterar que  todo es falso salvo alguna cosa; que  en el PP se cobran complementos salariales. "Como en todas partes", concluyó ufano el presidente ante el estupor de los millones de parados, de quienes aún con nómica no ingresan ni mil euros al mes, o de los autónomos que pasan meses hasta cobrar sus trabajos  facturados.

En resumen, el presidente pide disculpas porque erró en su  acto de fe, pero exige al parlamento, a la prensa y a la ciudadanía, que en un nuevo acto de fe crean que el PP no es un partido corrupto.

Seguimos esperando que se nos explique por qué buena parte de  las empresas supuestamente donantes son a menudo adjudicatarias de contratos públicos de grandes infraestructuras cuya realización hoy es claramente cuestionable. Me refiero a los aeropuertos en los que no despegan ni aterrizan aviones, a las paradas del AVE en las que no suben ni bajan viajeros, o a esas ruinosas carreteras de peaje que parece, según declaraciones del presidente de OHL (empresa donante), van a ser rescatadas con dinero público. Esas infraestructuras sin sentido tienen relación directa con la crisis que hoy se trata de resolver apretando los tornillos a la gente común que no participó de la fiesta de las adjudicaciones entre amigos.

Me pregunto, siguiendo a Weber, si es que acaso los sucesivos Consejos de ministros tomaban sus decisiones guiados por la intuición de que mantener contento al poder económico era el camino para mantener su poder político. Si así fuera, se confirmaría la afirmación de Cayo Lara de que la corrupción no es más que el mecanismo para que manden los que no se presentan a las elecciones.

Si esto  ya es grave para una democracia, lo es aún más que el cuarto poder, los grandes medios, hayan participado del debate obviando el análisis político y la labor periodística de explicar los hechos en el contexto en que se producen. Por el contrario, los medios y buena parte de sus tertulianos han preferido participar en los ejercicios de fe; creer o no creer a Rajoy.

Por eso algunos llamamos a esta prensa  periodistas de la corte; no se muestran interesados en descubrir y mostrar la verdad frente a la ciudadanía,  sino que son parte interesada del juego del poder y sus ejercicios de fe. Así las cosas se dividen en dos familias: los que quieren echar a Rajoy acusándole de mentir y los que sirven a Rajoy y dicen creerle. Pero no se engañen; son lo mismo, periodistas de la corte al servicio del mismo poder.

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