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Navidades en negro

No es Navidad, es Halloween lo que parecen anunciar esas figuras vestidas de negro a la luz de las velas. Da mucho miedo ver a Montserrat Caballé con los ojos extraviados y el maquillaje a punto de resquebrajarse. No es Rita Barberá vestida de fiesta, es nuestra eximia soprano deseándonos felices fiestas y a su lado, con su mueca congelada de muñeco diabólico de ventrílocuo, Raphael que resucita cada año por estas fechas y sale del fondo del armario. Todos llevamos un niño dentro pero el suyo debió morir hace mucho tiempo y apesta, por muchas bolitas de naftalina que le pongan Raphael es el espíritu rancio y apolillado de la Navidad, el fantasma de todas nuestras navidades pasadas. Ni todas las fragancias que se despliegan por estas fechas en la publicidad televisiva bastan para disfrazar el tufo, ni todos los turrones para endulzar el sabor amargo de estas navidades negras que se avecinan, ni todos los cavas para hacernos olvidar nuestras penurias y nuestras miserias.

La ley mordaza que prohíbe las concentraciones en la proximidad de edificios institucionales acabará con la fiesta de fin de año en la Puerta del Sol que podría convertirse un macroescrache. Prohibidos los matasuegras y las trompetillas, los disfraces de papá Noel , las máscaras, las caretas y las capuchas. Pero a algún sitio tendremos que ir porque quedarse en casa, toda la familia unida frente al televisor, resulta también una opción peligrosa, por la familia y por la programación. La marca España no despega del suelo, los brotes verdes se los comieron los banqueros. Se espera con interés el mensaje de fin de año de nuestro rey ortopédico, no abdicará como regalo navideño pero quizás prometa no volver a meter la pata por donde solía, que no tiene el cuerpo para muchos trotes y se acabaron sus safaris de sabana o de alcoba.

La previsible programación navideña de la Televisión ofrecerá numerosos "especiales" concebidos para la ocasión, recopilaciones, resúmenes, evocaciones nostálgicas y para estar acordes con los tiempos, programas solidarios, los banquetes de lujo alternarán con los comedores sociales. Aquella campaña de "Siente ud un pobre a su mesa", que le sirvió a Berlanga para la corrosiva sátira de "Plácido", hoy no tendría cabida, hoy  la mayor parte de las familias sientan algún pobre a la mesa a la hora del turrón. Echo de menos programas que nos sienten a la mesa de los ricos. Navidad en casa de los Botín, nochebuena Chez Koplowitz y, por qué no, comida de año nuevo en la cárcel de Soto del Real con Bárcenas cantando villancicos con el coro evangélico del penal. A cambio tendremos interminables films sobre navidades entrañables en Nueva York o California, papanoeles y papamoscas y un papa de verdad, dubitativo quizás antes de dar su bendición a tanto atropello, un pontífice aguafiestas dispuesto a dar la campanada.

Si quieren animar realmente estas fiestas yo sugeriría grabar mensajes navideños de Rajoy y de Montoro, de Guindos y de la Cospedal , por supuesto en diferido. Un gran árbol de navidad  en La Moncloa, la escolanía de las Nuevas Generaciones del PP y los campanilleros de Génova 13, todos unidos junto a Mariano y Raphael tocando el tambor. Felices navidades negras y próspero año nuevo para los supervivientes.

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