Tedetesto

Ni vivos ni muertos, sino todo lo contrario

Nos estaban avisando. No es casual la acumulación de series y películas apocalípticas y postapocalípticas en todas las pantallas domésticas y públicas que se viene produciendo en los últimos años. Los cuatro jinetes galopan por toda la geografía planetaria como heraldos del Juicio Final. Pero no se preocupen, tan lenta va la Justicia en España que ese juicio va para largo, el postapocalipsis durará mucho entre nosotros, se dilatará el proceso y los papeles y los discos duros de los grandes pecadores se extraviarán en su camino hacia los dominios del Juez Supremo.

De momento, nos vamos acostumbrando a tan aciagas circunstancias, ya nos parece normal contemplar las maniobras en la oscuridad de legiones de zombis hambrientos que por ahora se contentan con husmear en los contenedores de las esquinas en busca de sustento. Pronto probarán la carne humana, rica en proteínas y minerales y comenzaremos a mordernos los unos a los otros y a contagiarnos del virus de la muerte en vida que produce un hambre insaciable y unos andares torpes y vacilantes. Sombras de sombras, turbas de zombis se dejan algo más que la piel en la valla de Melilla. Europa se blinda para contener la estampida. No caben más zombis dentro de nuestras fronteras, porque miles de zombis ya son de los nuestros y están que muerden. Para prevenir la pandemia la autoridad incompetente solo receta jarabe de palo, mordaza, multa y cárcel. Así no se previene, ni se cura, pero se recauda que algo es algo y se mete el miedo en el cuerpo de las masas insumisas.

Aparecen nuevas bolsas de trabajo, se necesitan guardias de la porra, vigilantes de seguridad, mamporreros a tiempo parcial, esbirros y sicarios, no es necesaria experiencia y la formación corre a cargo de la empresa. Medio millón de euros ha costado el nuevo carro blindado con cañón de agua que el ministerio de lo Anterior ha comprado a costa nuestra. Según fuentes ministeriales "es el vehículo ideal para acometer el control de masas". "Acometer: Emprender una lucha. Atacar físicamente a alguien o atacar un sitio donde hay alguien". El diccionario de doña María Moliner despeja dudas: Nos acometen.

Entre formar parte de las hordas hambrientas de los zombis o de las bandadas siempre insatisfechas de los vampiros, prefiero la segunda opción, pero me temo que no hay elección posible. Los neovampiros son eternamente jóvenes, muy fotogénicos, narcisistas, egoístas y adictos al sexo. Los vampiros de hoy seleccionan a su personal con esmero, no muerden a cualquiera prefieren los bancos de sangre anónima y las yugulares más selectas, son un club de élite y no pretenden aterrorizar a nadie, prefieren seducir a unos cuantos y mantener el cupo, se alejan cuanto pueden de la carnaza infecta de los zombis putrefactos, todavía hay clases. A las puertas del club de los vampiros hay un ejército privado, una guardia pretoriana que cuida su recinto, un coqueto santuario donde celebran sus fantásticas orgías de sangre a las que solo podremos apuntarnos si formamos parte del menú de degustación. Los zombis son muertos que no saben que están muertos y los vampiros son inmortales y por lo tanto no hay Apocalipsis que valga con ellos. Ellos han heredado la Tierra.

Estas visiones alucinatorias me acechan por incumplir mi tarea y traicionar a la TDT para asomarme a los canales de pago, por abandonar a nuestros monstruos domésticos y cotidianos y cambiarlos por otros de importación. Hay canales didácticos que nos enseñan como tendremos que comportarnos cuando estemos muertos casi del todo para prorrogar nuestra vil supervivencia. Yo, de momento acabo de apuntarme a un curso de cocina caníbal on line. ¡Que aproveche!

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