Mi televisión y otros animales

De verdad, ni la sangre

Como ayer estrenaban Factor X, me vi el piloto de True Blood. Todo el mundo esperaba con impaciencia esta serie, la nueva del creador de A dos metros bajo tierra. Me refiero a True Blood, no a Factor X. Y no debería haber hecho esta aclaración porque he dicho "con impaciencia". ¡Lean con más atención!

Las primeras noticias que llegaron indicaban que se trataba de una serie sobre vampiros. Vale, es coherente con la trayectoria de Alan Ball: primero gente enterrada y luego gente desenterrada. Correcto.

Así que me enchufé ese primer episodio que anda por ahí al que le faltan un par de escenas. Deben ser muy importantes, oiga, porque no me enteré de nada. La cosa va de que alguien ha inventado una sangre sintética que permite a los vampiros alimentarse sin matar humanos, así que los no-muertos deciden "salir del ataúd" (sic).

La acción se sitúa en el sur de Estados Unidos (ya saben, dónde el Ku Klux Klan), y mientras Angelina se dedica a adoptar bebés vampiros, la sociedad debate sobre si deben tener derechos civiles o no. Una metáfora sutil que te cagas. Como una bola de demolición de sutil.

Dicho esto, la serie va de... de... hum... esto... Esperen, que me veo el segundo capítulo y...

Su bloguero volverá en seguida. Disfruten de estos minutos musicales: