Mi televisión y otros animales

Telediario y los reportajes de denuncia

Hay veces que la televisión informativa tiene que remangarse los tubos catódicos y bajar a las cloacas de la sociedad. Los reporteros, y Paqui Peña también, tienen que sumergirse en el lumpen, arrastrarse por los lodos de la marginación y atravesar los oscuros márgenes que separan al ciudadano del criminal.

Pero a veces eso no basta. La denuncia choca contra los prejuicios y la necesidad de mantener el statu quo, entendido como el equilibrio de nuestra civilización y no como inspiradora banda de rock. Es entonces cuando el periodista debe ingeniárselas para que el espectador avezado sea quién interprete las señales y descubra por sí mismo el delito para que su denuncia cale entre la base ciudadana y la revolución se ponga en marcha por sí misma.

Los reporteros de cultura de Telediario han demostrado, una vez más, que pese a quién pese, son el cuarto poder. Y ni siquiera grandes prebostes como Trueba o Mariscal están a salvo de estos garantes de la democracia:

Mariscal y Trueba

Claro que también puede ser que todos los implicados en el reportaje estén gilipollas y no se acuerden de que fumar en el puesto de trabajo va contra la ley.

En ese caso el cuarto poder soy yo, así que medítenlo muy bien antes de decidir qué opinan al respecto.

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