Mi televisión y otros animales

¿Puedo usar expresiones escatológicas?

Porque si puedo, tengo que decir que me hice caquita con el final de la primera temporada de Fringe. Si no me permiten utlizar ese tipo de lenguaje, habré de expresarme con palabras tales como ojiplático, patidifuso, boquiabierto o incluso dedifláccido. A ver si Belén Esteban va a ser la única que se puede inventar palabras.

Hará cosa de un año que empezamos a oír que J. J. Abrams, creador de Perdidos (¡y Felicity, no lo olvidemos!) estaba con el piloto de su nueva serie y que ésta arrancaba con un accidente aéreo. El episodio "se filtró" a Internet (venga, va, J.J., sí, lo que tú digas) y lo dejamos en un "tiene posibilidades".

El estreno de la serie confirmó que las descargas en Internet no hacen tanto daño como los Nostradamus de los bits quieren dar a entender y los siguientes capítulos fueron alargando esa sensación de que había potencial pero que no acababa de explotar del todo.

Puesto que negar los paralelismos con Expediente X era como decir que PP y PSOE no se parecen en nada, los comentaristas nos apresuramos a decir que la serie de Mulder y Scully también tardó en despegar. Creo que lo decíamos para autoconvencernos más que para otra cosa.

Hasta esta semana. El capítulo vigésimo con el que Fox daba por cerrada la primera temporada ha sido espectacular. Le ha dado la vuelta a todo lo que creíamos saber sobre la serie y por una vez nos ha dejado con ganas de que llegue la semana que viene. Salvo porque ¡la semana que viene no hay capítulo! ¡Que se acabó la temporada! ¡Maldito seas, J.J., lo has vuelto a hacer!

Por evitar los spoilers no entraré en detalles. Baste decir que hay un giro y un giro sobre otro giro y una imagen final es-pec-ta-cu-lar. Como golpe de efecto, brillante, y como gente que hace audiovisual en Estados Unidos, valiente.

Estoy deseando que llegue septiembre para ver de qué va Fringe. Porque desde las dos últimas secuencias que hemos visto, no hay dar marcha atrás. Es lo mismo que pasa en Perdidos, que cada final de temporada, la serie se tiene que reinventar porque cambian las reglas del juego. Por eso nunca, NUNCA, hay que jugar con el Scattergories de J.J. Abrams.

A mí esta promo no me aclara nada

Hay un riesgo, no obstante. Y es que el equipo de Fringe también estuvo detrás de Alias, la serie más parecida al Batman de los 60 que pudimos ver en el cambio de siglo. Unos expertos en desinflar cliffhangers: al final de un capítulo Sidney estaba colgada de un hilo dental sobre un tanque de tiburones con láseres tratando de evitar que un genio del mal desatara un antiguo poder sobre la tierra. La semana siguiente resultaba que al genio del mal le faltaban las pilas en el artilugio y que Sidney en realidad sabe hablar escualo y convence a los tiburones de que la suelten.

También les digo que sabía que esto es lo que pasaba siempre y aún así aguanté cinco temporadas. Al final acabaré viendo la película de Star Trek y todo. Si es que soy más predecible...

Más Noticias