Mi televisión y otros animales

Mamachicho de luto (Cacao Maravillao)

Imaginen una España en la que Carlos Pumares es una estrella de la televisión ¡haciendo un programa serio de cine! Un programa titulado, por otra parte, Polvo de estrellas sin que en ello haya el más mínimo atisbo de chiste (nota: llamar a La fábrica de la tele y ver si podemos comprar los derechos de ese título para...).

Con ese panorama en mente, que alguien me niegue que Valerio Lazarov hacía falta. ¿Qué hubiera sido de aquellos adolescentes sin Internet de no ser por Bellezas al agua, Ay, qué calor o las nunca suficientemente recordadas Mamachicho? Maldita sea, para toda una generación, la televisión que "inventó" este hombre empezó a ser mucho más que un aparato que había en el salón e invadió muchos otros espacios. Concretamente el cuarto de baño. Ejem.

No tengo edad para recordar la revolución que supuso la llegada a España de Lazarov en los 70, con sus valientes zooms y otros coloridos recursos. A los que me acusen de falta de cultura les responderé con el argumento de mi insultante juventud. A mí eso no me dará razón, pero a ellos sí les dará rabia.

Lo que sí tengo claro es que su etapa como director general de la recién creada Telecinco cambió la forma de hacer y entender la televisión en España, para bien o para mal. Da qué pensar que el presidente de la cadena fuera entonces un señor ciego. La cadena amiga hacía honor a su nombre guiñándonos un ojo con complicidad y dejándonos ver lo que los señores serios de otras cadenas nos tenían más escondido. Teleteta, como pronto se le conoció, jugó la baza de un erotismo picarón y, visto en perspectiva, muy naïf. Sobre todo si pensamos en las fiestas en las que estaría uno de sus propietarios en aquellos años.

Con todo lo criticable que tuviera aquel estilo de programar, con lo decadente que pueda resultar su rescate a lo vintage, Lazarov era un tipo listo. Supo leer una tendencia que se deslizaba por todo el panorama televisivo internacional y calzárnosla aquí a plena potencia. Porque el mismo año en que la pantalla de Telecinco se llenaba de chicas con escasas indumentarias de dos piezas (o menos), la NBC estrenaba otro de los iconos del erotismo de los 90: Los vigilantes de la playa. Claro, que también es cuando irrumpió en la Fox Los Simpson. ¿Alguien se había parado a pensar que los de Springfield y Antena 3 Televisión se lanzaron a las ondas a la vez? ¿No es inquietante?

Estamos en 2009 y muy pocos aceptarían un estilo televisivo como el de Lazarov; aunque no sea difícil percibir sus genes de realizador en productos como Los mejores años de nuestra vida. Ni las Escenas de matrimonio pueden negar su parentesco con la exitosa Hostal Royal Manzanares. Valerio, eso sí: no te perdono que sacaras de la nevera a Ana Obregón.

En estos días será comentario de muchos eso de que preferirían un Telecinco lazaroviano al de Vasile.  Serán los mismos que dicen que la comida no tiene tanto sabor ahora como hace años.

Y ojo, que puede ser.

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