Mi televisión y otros animales

Cosas que comer de una monja

Hay un par de monjas a las que les comería todo. Son estas:

Sor Beatriz y Sor Liliana

Whopi Goldberg, trágate esa; que además, tienes nombre de hamburguesa

Zapatillas de hojaldre con cabello de ángel, almendraditos, rosquillas de viaje (¿lembas?)... todo lo que hacen me lo comería, oiga. Porque Sor Liliana y Sor Beatriz son dos de las estrellas del canal Cocina con su programa Bocaditos de cielo, mi gran descubrimiento de esta semana.

Es un espacio sencillo (y barato) a más no poder: dos monjas, una cocina grande para poder meter las cámaras y los focos y azúcar suficiente como para hacer dulce el mar Muerto. Las religiosas de clausura del convento  de las Hermanas Concepcionistas Franciscanas de Segovia no podrán salir de los muros que las cobijan, pero desde luego, dejan entrar a cualquiera que tenga una suscripción al canal Cocina.

Hay varias cosas fascinantes en el programa. La primera, las recetas en sí mismas: típicos dulces de monjas de esos que te hacen la boca agua y fáciles de hacer a rabiar. Si en mi casa hubiera azúcar suficiente para hacer alguna de las propuestas, me hubiera puesto manos a la obra. Pero es un piso pequeño.

No sólo es sencillo el proceso, sino también la explicación. No hay grandes palabras ni instrumentos raros de cocina. "esto lo pueden hacer hasta los niños", explicaba Sor Liliana. ¿Qué "los niños"? ¡Lo puedo hacer hasta yo!

Sin embargo, lo que más atrapa es la pareja titular. Buenafuente y Berto, sentid el miedo, porque son el tándem televisivo de la temporada. Sor Liliana y Sor Beatriz se complementan como equipo de cocina casi tan bien como dúo cómico. Las inocentes puyitas que se mandan, la relación de poder entre ellas, Sor Beatriz (la bajita) correteando por la cocina como pinche, cuando en realidad es la maestra... Ningún productor del mundo admitiría estos personajes en un producto de ficción por increíbles. Son increíbles, de verdad.

La pega de Bocaditos de cielo es, como en todos los programas de cocina, la publicidad encubierta. Las monjitas aprovechan para colarnos subliminalmente las bondades de su comuna. Sí, amigos: las Hermanas Cocepcionistas Franciscanas de Segovia con comunistas. Ellas mismas explican cómo en su convento no existe la propiedad individual y cómo las posesiones mundanas de cada una están a disposición de todas las demás.

Su labor de zapa en nuestros impresionables cerebros se viene abajo cuando ellas mismas, en un ataque de sinceridad, nos explican la gran pega: "Las mojas no podemos leer telenovelas", revela Sor Liliana. "Así que leemos vidas de santos".

Nada es perfecto. No hay más que ver este post tan bonito, estropeado por un título tan zafio.

Y así todo.

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