Mi televisión y otros animales

Mucho al principio, nada al final

Sigo siendo accionista de Telecinco, así que no me presupongan prejuicios negativos. Todo lo contrario: encendí mi tele totalmente dispuesto a venderles la moto. Supe que algo iría mal enseguida. ¿Saben esas fracciones de segundo en la que oyes la emisión pero todavía no ha logrado formarse la imagen? Oí a Jorge Javier y recordé por qué llevo desde junio sin ver otra cosa que informativos en la tele "normal".

Acabó el programa con el uno de los mejores títulos elegidos últimamente e inmediatamente dieron paso a Toma cero y a jugar, quizá uno de los peores títulos elegidos últimamente. ¿Han visto que "inmediatamente" lo he escrito en cursiva? Esto quiere decir que sólo consumieron unos diez minutos de la cuota publicitaria permitida. Traducido al lenguaje de programación, significa que alguien quiere cargarse el concurso, porque en su segundo día de emisión, lo normal es protegerlo tratando de conservar la audiencia del programa consolidado precedente. Por razones de polisemia, también puede querer decir que alguien es muy inepto.

La mecánica del concurso es prometedora en la fase eliminatoria: dos concursantes, preguntas rápidas, descartes dinámicos de premios... ritmo, ritmo, ritmo, que es lo que se pide a un concurso diario. El que falla la pregunta, elige a un buenorro o una buenorra que sujeta un cartón con un número. Si el número es cero, no pasa nada. Si es distinto de cero, el guarismo se resta de la cantidad que le quede al concursante que parte con un bote de 120.000 euros.  Si el concursante acierta, le pasa el marrón al otro. Posibilidad de pique bueno. ¡Por Mayra, me está gustando!

Ay.

Nunca debí decir eso.

Una vez superado el tramo clasificatorio, esa vitalidad se desinfla por completo y Telecinco vuelve a sacar lo peor de sí misma. El juego abandona cualquier intervención distinta a la suerte del concursante y se convierte en Allá tú con puertas y ya todo se trata de falsas tensiones y puro azar. A lo cansino, con los clásicos "¿seguro?", "te puedes plantar", "hay mucho en juego", etcétera...

Daniel Domenjó y sus azafatos y azafatas

Una de las chicas del fondo es ingeniera. ¿Ves como hay crisis, Zapatero?

Y cuando en el programa que yo vi, como concurso ya iban en caída libre, fuera caretas: hicieron que el marido de la concursante leyera una lacrimógena carta en la que explicaba que estaba en el paro y que necesitaba el premio para que no la desahuciaran. Ese es el bagaje. Y con él y 30.000 eurazos en juego, la dirección del programa le ofrece 3.000, sabiendo que no ha elegido la puerta que contiene el premio que necesita. Tócate los cojones (y sin ningún tipo de perdón aquí). Vale, es un juego, unas veces se gana, otras se pierde, ¿no? Salvo que la humillación ya te la llevas por delante. Ascazo, oiga.

Una vez tomada la pastillica, les comento también sobre el presentador, Daniel Domenjó. Miren que me gustaba cómo llevaba El enemigo en casa, en la sobremesa de La 2. Por aquel entonces no tenía "una sonrisa de boca a boca", como dijo que se le pone ahora. No fue la única perlita: su primera frase fue algo así como que el mayor premio de Toma cero consiste en "120.000 euros de las antiguas pesetas". Y así todo el rato. Ni logra empatizar como Jesús Vázquez ni generar tensión como Sobera, ni ser un colega como Antonio Garrido. ¡Si hasta Mar Saura tenía más soltura!

Así no levantamos cabeza en la Bolsa, Vasile. Que los accionistas pasamos de "tomar cero". Es que me sale la vena capitalista y...

Anda, llámame y hablamos.

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