Mi televisión y otros animales

Los cómplices de Antena 3

Que no. Que no voy a hablar de Belén Esteban, pesados. Ni de Mariñas y Patiño. En realidad, voy a hablaros de su sustituta, la serie Somos cómplices. Al principio yo también creí que era el nuevo programa de Nacho Abad.

Cabe la posibilidad que alguno de vosotros haya confesado este verano en un susurro que "en ocasiones... veo a Larry Hagman". No se preocupe, no es grave. Es sólo que en algún momento sintonizó Antena 3. Puede que lo hiciera durante la fracción de segundo que transcurre entre La 2 y Cuatro al hacer zapping con la tecla de "canal más" (que no Canal +) de su mando a distancia. Fue tiempo suficiente.

El mítico actor americano... va, lo voy a decir: el famoso J.R. De Dallas, pasó por España para algo más que para cambiar su sombrero tejano por una boina en presencia de Massiel. Y juro que esto ocurrió en Espejo público además de en sus pesadillas. En realidad, este hombre vino en principio a nuestro país a grabar su participación en la serie. Ya saben: el típico serial diario con vocación de durar cientos de capítulos en el que Hagman aparece un total de ¿diez minutos? Pero se ha comido mucha más promoción que su protagonista, Cristina Peña. Así es. Menos mal que Hagman es un artista para el que el público español es muy importante. Y lo es, sobre todo para artistas como él, que todo lo hacen ¡por la pasta!

El argumento, va, que me pierdo: una timadora de poca monta debe lidiar con su familia de verdad y con la de mentira que monta para estafar a un millonario americano. Si esto no suena a comedia de enredo, que baje Billy Wilder y lo vea.

Con un formato diario de una hora, se pueden imaginar que se busca más la comedia a través de la situación que el bombardeo de chistes. Dentro de lo que cabe, se consigue. No es hilarante, pero entretiene. Mejor esto que pobrecitas huérfanas buscando el amor del ricos hacendados que acaban renunciando a todo por ellas. A todo menos a su dinero, claro.

En el primer capítulo hay un buen apunte de cómo son los personajes y del tono un tanto disparatado de la serie. La alternativa perfecta a la realidad disparatada de Telecinco y a la ficción melodramática de La 1. Los pobrecitos Pells no la vieron venir.

Los actores están en el habitual registro pasado de rosca de los seriales diarios, pero no habría nada que objetar a eso. Y menos si no se lo reprochamos a los acólitos de Jorge Javier. Salvo por el actor que hace de Harvey Slater. Cuando alguien actúa en inglés y el españolito se da cuenta de que es peor que un grano en la parte de dentro del meñique del pie, es que es muy, pero que muy malo.

Será por ser el piloto y buscar el enganche, pero me ha dejado ojiplático a la par que mandibulidifuso el despliegue de producción del primer capítulo. Mucho exterior, barcos de lujo, campos de golf... Cabe esperar que a partir de mañana mismo los personajes se encierren en interiores construidos en algún estudio de Madrid, pero se agradece este arranque tan ventilado.

¿Ven lo que les digo de despliegue de producción? Aparente  es, no me lo nieguen.

Y hablando de arrancar y ventilar, la gran duda es cómo de geniales son guionistas. Porque el punto de partida está muy bien, es muy valiente. Pero qué pasa cuándo se hayan ventilado la trama del timo. ¿O cuánto tiempo se ven capaces de aguantar ese arco argumental? Lo cierto es que me tiene más intrigado saber por dónde van a llevar la serie que saber dónde fue a parar el bigote de Aznar. Y esto me tiene muy inquieto, no crean.

Si no les va bien de audiencia (espero que sí), propongo a Antena 3 que resuelvan las tramas en un crossover con El diario. En realidad creo que todos las series españolas deberían acabar en un crossover con Sandra Davui.

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