Tiempo roto

Horizontes tras la moción de censura

Josep Maria Antentas
profesor de Sociología de la Universitat Autònoma de Barcelona (UAB)

1.Interesante por sí misma, la moción de censura tiene también el atractivo adicional de provocar un alud de interpretaciones diversas cuyo análisis es casi o tan sugerente como ella misma. La forma de leerla y de evaluar sus consecuencias revela toda una concepción de la política. En su famoso 18 de Brumario, Marx denominaba cretinismo parlamentario a la "enfermedad que aprisiona como por encantamiento a los contagiados en un mundo imaginario, privándoles de todo sentido, de toda memoria, de toda comprensión del rudo mundo exterior". El cretinismo parlamentario no sólo es una forma de actuar políticamente, sino una manera también de entenderla y analizarla. Y, sin duda, el cretinismo analítico es una especialidad muy extendida entre comentaristas políticos que no ven más allá de los pasillos del mundillo institucional. Todo análisis serio de la moción de censura, sin embargo, debe escudriñarla en clave de su impacto a largo plazo y en el re-alineamento estratégico y táctico de las fuerzas de la izquierda. Reducir el foco a la aritmética parlamentaria de su resultado, que por lo demás ya estaba cantado de antemano o, incluso, en el toma y daca en el hemiciclo y a su percepción pública, es excesivamente simplista.

2.Lo que pasó en la moción en sí, durante el debate parlamentario, estuvo acorde con lo previsible: los representantes de Unidos Podemos hicieron un buen papel. La solvencia de Iglesias, sólo amenazada por las oscilaciones y errores de registro a las que es propenso, es conocida. Y no falló esta vez. La de Montero se intuía, y quedó perfectamente demostrada. El PSOE hizo lo que pudo, pero se beneficia aún, al menos en cierta medida, de estar en una fase de interinidad en la que la nueva dirección de Sánchez todavía no ha empezado a andar del todo. En este sentido la moción de Podemos fue más letal para el PSOE cuando fue anunciada, poniendo entre las cuerdas a Susana Díaz y a la gestora golpista, que cuando se ha desarrollado finalmente. Y el PP se dedicó a lo único que puede/sabe hacer: enrocarse en su propio relato y mantener un rumbo inamovible. La acumulación de casos de corrupción y el desgarro de su organización en Madrid lo han colocado en una situación difícil pero, por el momento, sigue siendo el mejor puntal sistémico y el principal garante de que la agenda política de los grandes núcleos de poder económico y financiero se cumpla a rajatabla. La lamentable, y tan comentada, actuación de su portavoz, Rafael Hernando, sería la síntesis perfecta del autoritarismo y reaccionarismo sin límites que encarna el PP, si no fuera porque la propia marrullería del personaje empieza a tomar tintes caricaturales. Queriendo aparentar ser un duro e implacable martillo de herejes rojizo-morados parece cada vez más tan ridículo, por increíble para todo aquél que no sea un fan acérrimo, como Charles Bronson en su papel de Paul Kersey, el justiciero dedicado a limpiar solito las calles de New York y Los Ángeles en una tan memorable como olvidable saga cinematográfica.

3.La moción marca un hito en la trayectoria de Unidos Podemos que, en el fondo, tiene dos vías divergentes para trazar su futuro: o bien enfatizar un cierre parlamentarista por arriba de su actividad, centrando su política en permanentes golpes de efecto mediáticos y un baile sin fin con el PSOE, o bien intentar trascender los espacios de la política institucional para reforzar su presencia en la sociedad e intentar condicionar la primera a partir de su intervención en, y de lo que acontezca en, la segunda. No se trata de contraponer de manera maniquea "parlamento" y "calle" sino en definir bien como se relacionan ambas facetas de la actividad política y donde se ubica el centro de gravedad de la misma. El desafío para Podemos es no quedar reducido a un aparato mediático y a un grupo parlamentario que flota en el espacio mediático-institucional sin nada debajo, ni anclajes sólidos en la sociedad más allá del voto, las redes sociales y los mass media.

4.El 15M y su No nos representan, y Podemos con su discurso inicial contra la casta, marcaron un momento de impugnación de la totalidad del sistema político y de partidos, aunque dicha contestación siempre fuera, en particular en el momento Podemos, más fuerte en las formas que profunda en los contenidos. Pero tras las elecciones del 20 de diciembre de 2015 el paradigma se deslizó hacia como "echar al PP" y formar un gobierno alternativo. Ello es consecuencia en parte de tres realidades insoslayables: el cansancio con el resiliente e interminable gobierno del PP, la inserción de Podemos en la dinámica de la política parlamentaria tras su llegada a las instituciones y el descenso de las luchas sociales. La cuestión de fondo, sin embargo, es que el objetivo de quitarse de encima al PP puede enfocarse desde dos puntos de vista: en una perspectiva de ruptura constituyente y de ruptura con el modelo neoliberal, o en una senda más convencional de armar un "gobierno progresista" de tareas imprecisas. Ésta ha sido, por desgracia, la opción de Podemos desde que abrazó una política de emplazamientos unitarios al PSOE desconectada del debate programático concreto. Ello ha tenido por consecuencia tanto la peligrosa rehabilitación express del PSOE como instrumento de cambio, y más tras la vuelta de Sánchez, como el empantanamiento de Unidos Podemos en una pelea pública con el PSOE sin que el contenido político de la misma aparezca clara.

5.El reto para los morados es como tener una táctica unitaria hacia el PSOE sin generar la ficción y la confusión de pertenecer al mismo espacio político y en la que las discusiones político-programáticas ocupen el lugar decisivo. Si Podemos cierra su estrategia entorno a la denuncia de la corrupción y la necesidad de configurar un gobierno alternativo de contenido incierto y programa débil, en el fondo facilita las cosas al PSOE. Al contrario debe pelear para mantener e introducir en la agenda política los grandes debates sobre política económica, social, energética... Es en este terreno donde se pueden marcar las grandes diferencias con el PP y poner en aprietos al "nuevo PSOE" de Sánchez y forzarlo, o bien a asumir posiciones concretas contrarias a la lógica neoliberal, o bien a retratar su impostura. Si el marco del debate trascurre sólo por la corrupción y la regeneración democrática y un programa light, entre el "nuevo PSOE" y un Podemos errejonizado (aún sin Errejón) y ciudadanizado, gana el PSOE. Y más con un Podemos cuyo líder es más creíble en el registro impugnatorio que en el de Estadista. Si el debate, en cambio, se mantiene en el terreno de la crítica al modelo y la propuesta de alternativas consistentes, Podemos se mueve mejor que el PSOE. Unidos Podemos puede hacer mucho para intentar que las cosas vayan por una vía o por la otra. Pero la cuestión decisiva será la revitalización o no de las luchas sociales, algo que escapa a la voluntad de Unidos Podemos y, en particular, la dialéctica que se establezca entre éstas y Unidos Podemos y la capacidad de éste último de condicionar el debate político con propuestas programáticas que emanen de, y reflejen, los grandes ejes de la conflictividad social.

6.Solvencia. Esta es la palabra de moda en las filas de Unidos Podemos y en su periferia en su camino para postularse como alternativa de gobierno. Idea fundamental, sin duda, puede interpretarse, sin embargo, de distintas maneras. Sería un error equiparar "solvencia", como por desgracia tiende a hacerse, con respetabilidad gubernamental según los criterios convencionales y bajo el peso del alargado fantasma histórico del eurocomunismo. ¿Solvencia en la elaboración programática? Algo fundamental sin duda, pero que no tiene necesariamente nada que ver con descafeinar el programa y cortarlo bajo el patrón de lo aceptable por los "mercados", sino con detallar bien y desgranar convincentemente una batería de medidas que apunten hacia otro modelo. ¿Solvencia comunicativa y discursiva? Por descontado. Pero esto no supone buscar la aprobación condescendiente de opinadores y representantes de lo oficialmente correcto. Implica empezar por transmitir una imagen de honestidad y de convicción en lo que se dice. Ahí Corbyn está a años luz por delante de Iglesias, víctima de sus innumerables oscilaciones discursivas y cambios repentinos. ¿Solvencia organizativa? Ello por descontado implica desmontar de cuajo la maquinaria construida en el primer Vistalegre y ratificada, con retoques, en el segundo. La solvencia, bien entendida, implica sobretodo pensar estratégicamente y, por tanto, ir más allá de la táctica permanente.

7.Finalmente, el debate político de conformar una alternativa al PP se topa inevitablemente con la gran pieza desestabilizadora que es Catalunya y el proceso independentista. Ahí el nuevo PSOE se muestra rápidamente viejo. Unidos Podemos mantiene una digna posición democrática respecto al referéndum anunciado para el 1 de octubre aunque rebaje anti-estratégicamente el significado del mismo. Su principal debilidad es la dificultad para integrar el proceso catalán en una perspectiva estratégica de alcance estatal de ruptura con el régimen de 1978. Ello es indudablemente muy difícil. Quizá imposible. En consecuencia, la cuestión catalana sigue siendo vista más como un "marrón" que hay que capear como se pueda que no como una pieza compatible con una estrategia de ámbito estatal. Lamentablemente, la posición de los aliados catalanes de Unidos Podemos, Catalunya en Comú, no sirve en este sentido de acicate para articular una posición más audaz. Su pasividad formalista parece haber descartado un intento de síntesis federalista-independentista entorno a las consignas de República Catalana y proceso constituyente catalán, y haber desestimado ensayar caminos de complementariedad entre la vía unilateral y la formación de alianzas de ámbito estatal. Con ello el debate estratégico, dentro y fuera de Catalunya, pierde profundidad en beneficio de superficialidades que en nada benefician para avanzar en momentos complejos.

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