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'Football'

A veces el deporte puede ser peligroso. Cuando el peligro implica la muerte surge un problema estrictamente moral. Somalia, que seguramente tiene bellezas dignas de ser visitadas y gentes seguramente dignas de ser conocidas, aparentemente es un país sumamente pobre
–o, peor, empobrecido– que ha engendrado fenómenos tan sangrientos como la piratería marítima en las aguas del Índico. Los españoles lo hemos sufrido en carne propia, y ahora conviene que todo navío que se aventure en esos mares lleve medios disuasorios para no ser abordado por piratas. Al parecer, estos forajidos no actúan, como los piratas de las novelas, individualmente, sino que forman parte de mafias organizadas como empresas con dividendos que quizá figuran en balances anuales correctamente confeccionados y, vaya uno a saber, tal vez auditados.
Pero raptar un barco en aguas internacionales es delito, cosa que estas mafias no ignoran. La miseria del país puede inspirar delitos. Pero cuando no se trata de un delito, sino de una serie organizada de delitos, detrás suele haber una idea, si no una ideología.

Hace pocos días dos jóvenes fueron asesinados en Mogadiscio, capital de Somalia, por la milicia islámica Al Shabab, que se opone al Gobierno y manda en todo el sur del país, por seguir en la televisión el partido Argentina-Nigeria. En Mogadiscio mismo, las milicias de Hizbul-Islam arrestaron a diez jóvenes que seguían el mismo partido. En el distrito de Afgoi, al suroeste de la capital, el domingo 13 de junio 30 jóvenes fueron secuestrados, azotados y rapados, mientras que otros diez (entre ellos tres niñas de entre 14 y 15 años) fueron secuestrados y azotados hasta que perdieron el sentido. Todo por la misma razón: haber seguido un partido en la tele.
Hay patrullas motorizadas armadas que circulan por la ciudad para verificar que se aplique la prohibición proclamada por el jeque Mohamed Abdi Aros: "Advertimos a los jóvenes de Somalia: no deben ver esa Copa del Mundo. Es una pérdida de dinero y de tiempo que no beneficia a nadie ni obtendrán recompensa alguna en ver a hombres enloquecidos saltando de un lado a otro".
"Vemos la televisión sin sonido, con un ojo, y vigilamos la puerta con el otro", explica un hincha somalí a un periodista de la BBC.
Es verdad que la Copa del Mundo, hasta ahora, no ha brindado el football en toda su hermosura. Quizás antes del final se manifieste el esplendoroso juego de épocas como las de Maradona o Zidane. Es de temer que eso irrite aún más al jeque Aros...

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