Todo es posible

La posguerra

Angela Merkel anuncia el mayor ajuste alemán en la historia de la posguerra (que dura ya 65 años) y contribuye a crear la sensación de que sólo las secuelas de una guerra justificarían las dificultades económicas de la zona euro. Como somos muy olvidadizos, conviene recordar que todo empezó cuando las subprime (hipotecas basura) provocaron la crisis de Wall Street. Los expertos, el Nobel Stiglitz entre otros, dijeron que aquello podía acabar con el capitalismo, del mismo modo que la caída del Muro de Berlín acabó con el imperio soviético, derribado, sin titubeos, cuando no pudo demostrar que la clase obrera iba al paraíso. El comunismo se acabó y nadie le dio una segunda oportunidad.

Al capitalismo, sin embargo, le alargan los plazos indefinidamente, a pesar de que tampoco cumple sus promesas: crear riqueza, elevar el nivel de productividad y de renta, para luego distribuirla y acabar así con las desigualdades. Cuando empezábamos a vislumbrar la consolidación del Estado del bienestar, fallaron los controles y los mercados financieros, los gestores de fondos de alto riesgo, se quedaron con la mayor parte del botín. Lejos de sufrir las consecuencias y rendirse, los mercados crecen y se refuerzan. Como dice desde la cárcel Madoff, el gran estafador: "Que se jodan mis víctimas". Da la impresión de que el FMI, el Eurogrupo y el Ecofin, en vez de reflotar el maltrecho Estado del bienestar europeo, van a hundirlo definitivamente con sus exigencias. Ya no hablan de crear riqueza, sino de que funcionarios, autónomos, desempleados, pensionistas y otros sufridos contribuyentes paguen la factura de los madoff que andan sueltos por el mundo.

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