Todo es posible

A favor del Gobierno

Estar a favor de los gobiernos, de cualquier signo y condición, es propio de la llamada realpolitik; es decir, la política que antepone los intereses prácticos a los éticos. Los que ejercen el poder tienden a defender la "razón de Estado" por encima de cualquier otra consideración. Sólo así se entiende que la diplomacia española dé crédito a las maquiavélicas explicaciones ofrecidas por el Gobierno de Marruecos sobre la detención de los 11 activistas españoles molidos a palos. Nadie duda de que los agresores fueran policías marroquíes excepto el presidente Rodríguez Zapatero, que está preocupado por la sucesión de incidentes con Marruecos, pero dice que no se saldrá del carril de "una diplomacia firme, inteligente y sensata", porque quiere mantener una buena relación con el país vecino, "con el que compartimos muchos intereses".

No es el primer gobierno que mira para otro lado cuando se trata de defender los derechos del pueblo saharaui. Todos lo hicieron. En tiempos de Felipe González, también se aplicaba el pragmatismo en política exterior; la diferencia es que se hacía con mala conciencia e incluso con disidencia interna.
Cada vez que el régimen chino, cubano o marroquí –por poner tres ejemplos de plena actualidad– pisoteaban los derechos humanos, el Gobierno español protestaba, aunque fuera con la boca pequeña. Habrá quien defienda la firmeza y la rotundidad de Zapatero frente a aquella otra política imprecisa y vacilante, pero en el fondo un poco más solidaria con las víctimas. Creo, además, que una diplomacia verdaderamente firme, inteligente y sensata debe condenar siempre los abusos de poder.

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