Todo es posible

Resignados e impotentes

Sabemos qué clase de polvos trajeron estos lodos. Hemos oído, e incluso leído, a reputados expertos analizar el pasado con clarividencia. Todo empezó con las hipotecas basura. La corrupción y la avaricia llevaron a Wall Street al borde del abismo y la gran crisis se propagó con rapidez al resto del mundo, porque, como nos han advertido, vivimos en un sistema financiero global de alto riesgo. ¿Se podrá evitar que cierren más empresas, aumente más el paro y la gente deje aún más de consumir?

El presidente Zapatero nos incitaba al optimismo desde la cumbre de Oslo, mientras Strauss-Kahn hacía oídos sordos a su propuesta y nos metía el miedo en el cuerpo. Strauss-Kahn, nada menos que director gerente del Fondo Monetario Internacional (impulsor de las medidas de ajuste, hasta el momento, fallidas), confirma que la cosa está fatal. Habla de catástrofe en el mercado laboral, del doloroso reguero de los 30 millones de parados adicionales que ha dejado la crisis en Europa, de una generación perdida y de que el paro aumentará. Se refirió explícitamente a la penosa situación española, en concreto, al 40% de los parados jóvenes, que calificó como una tragedia.
Sospecho que su actitud no es gratuita ni espontánea. Oigo cada día las voces de los gurús que intentan atemorizarnos, probablemente, para que nadie se atreva a rechistar frente al futuro negro que nos espera. Ahora dicen que la democracia es cara y peligra el Estado del bienestar. Tras la reforma de las pensiones, ¿qué más sustos nos deparan? Denuncia Cándido Méndez que hemos aceptado todo con actitud "sumisa, resignada e impotente" y se pregunta hasta cuándo estamos dispuestos a soportar.

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