Todo es posible

Expulsados del paraíso

Para varias generaciones de españoles, más aún para las mujeres, la socialdemocracia sueca se acercaba bastante a la idea que teníamos del paraíso terrenal. En las décadas finales del pasado siglo, los nórdicos fueron nuestro punto de referencia. Poseían casi todo. Cultural y económicamente ricos, políticamente estables y socialmente avanzados. A cambio de tanto bienestar, nos parecía razonable que los contribuyentes pagaran muchos impuestos. El único inconveniente para nosotros, los latinos, es que tenían una temperatura y un carácter demasiado fríos, aunque compensaban su frialdad con la belleza del paisaje y una serie de ventajas envidiables en materia de sanidad, educación, jubilación y derechos igualitarios entre hombres y mujeres. El desconcierto llegó con los primeros datos estadísticos que denunciaban un elevado índice de suicidios. La exitosa novela escandinava, cuyos argumentos incluían tramas negras de organizaciones nazis y malos tratos hacia las mujeres, nos abrió los ojos. Pero lo que nos rompe definitivamente los esquemas es el desplome de la socialdemocracia, artífice de los mimbres que sostuvieron nuestros sueños, y la irrupción en las recientes elecciones de un partido de extrema derecha que tiene demasiados jóvenes entre sus filas y un nombre intencionadamente equívoco. Menos mal que miles de suecos se manifiestan para exigir que ecologistas, derecha e izquierda no colaboren con los ultras que ocupan 20 escaños en el Parlamento. ¿Dónde hay que firmar para promover una ley de partidos que proscriba de las elecciones europeas a los fanáticos que constituyen un peligro para la democracia?

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