Todo es posible

La patronal y los contribuyentes

La calle donde se encuentra la sede madrileña de la Confederación Española de Organizaciones Empresariales (CEOE) forma parte de mi itinerario desde hace muchos años. Cada vez que paso por allí y veo una doble fila de cochazos entorpeciendo el tráfico, me pregunto para qué sirve tan voluminoso edificio. En teoría, es la institución que defiende los intereses de los empresarios españoles y los representa en los foros internacionales. Ninguna objeción a los derechos asociativos empresariales si no fuera porque, hasta el momento, nadie ha desmentido las informaciones publicadas en este periódico. La CEOE tiene 35.000 personas en plantilla, más agrupaciones con derecho de voto que países miembros tiene la ONU, más vocales en la asamblea que diputados tiene el Parlamento Europeo, y más vicepresidentes que las patronales de Italia, Alemania y Reino Unido. Una anécdota para dar idea del dispendio: la patronal andaluza se gastó 90.000 euros en patrocinar las jornadas gastronómicas Sabores de Andalucía en el Casino de Madrid.

Por cierto, la sede central a la que me he referido no es la única ni la más lujosa. La organización posee en toda España más de cuatro centenares de edificios que ocupan casi 300.000 metros cuadrados.
Tampoco tendría mucho que objetar a esta disparatada burocracia y a sus correspondientes gastos si el dinero saliera de sus propios bolsillos; es decir, si se mantuviera sólo, como en otros países, de las cuotas de sus asociados. Sin embargo, no es así; los liberados de la patronal viven fundamentalmente de las subvenciones públicas, sin las cuales no tendría tanto poder.

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