Todo es posible

Con malos humos

Hace unos cuantos años, yo también consideraba una aberración que en hospitales públicos de Reino Unido se discriminara a los fumadores de determinadas prácticas sanitarias. Una vez encendí un cigarrillo en la habitación de un hotel de Nueva York y se disparó la alarma. Le paré los pies al recepcionista que intentó sermonearme. Los prohibicionistas me parecían unos talibanes. He fumado mucho y en todas partes; aviones, trenes, taxis, cines, hospitales, emisoras de radio, platós de televisión... No me sentí culpable hasta que un día un amigo con cáncer de pulmón me prohibió fumar en su presencia. Murió sin haber fumado un cigarrillo en su vida. A partir de entonces me avergonzaba dejar los ceniceros llenos de colillas y empecé a sentirme mal por primera vez.

Logré dejarlo con gran esfuerzo, aunque he tenido algunas recaídas sin importancia. Siempre he pensado que la nicotina no es la única sustancia tóxica que nos esclaviza y nos enferma. Peligrosas para la salud son las grasas, los colorantes, los conservantes, los edulcorantes, los abrasivos productos de limpieza, las baterías de litio, las emisiones de dióxido de carbono y tantos otros venenos legales que no podemos eludir. Me fastidia, además, la represión contra los fumadores y la permisividad con las tabaqueras. Por eso he sido tolerante con los humos ajenos y jamás denunciaría a alguien por fumar en un lugar prohibido. Pero me uno a quienes logren impedir que unos cuantos fantoches, cuyo objetivo prioritario es cargarse al Gobierno, violen la ley al grito de "¡Arriba España y el tabaco!". Dan ganas de no volver a coger un cigarrillo.

Más Noticias