Todo es posible

Las voces locas

Visto desde lejos, parece que tienen razón los políticos estadounidenses que culpan a los extremistas predicadores televisivos del clima bélico que se respira en el ambiente. Lo han dicho muchos personajes bien informados, desde Hillary Clinton al director del FBI, que la radicalización de la derecha más agresiva está instigando a la violencia contra los partidarios del Gobierno. No se atreven a responsabilizarles directamente de la masacre de Tucson, seis personas asesinadas y otras catorce heridas, porque no se ha corroborado todavía si el tal Jared Lee Loughner es un vulgar pistolero desequilibrado que actuó solo o en compañía de otros, o tenía un plan político premeditado para matar a la congresista demócrata Gabrielle Giffords. En cualquier caso, se producen

fatídicas coincidencias cuya mezcla es explosiva: se están propagando los discursos basados en el odio con tanta facilidad como el uso de las armas. Aunque en España proliferan las soflamas mediáticas, al menos, debemos alegrarnos de que las armerías, así como los titulares de las licencias, estén sometidos a estrictos controles legales.
Cuando critico las soflamas más frenéticas y enardecidas del Tea Party me tachan de ignorante, por desconocer la política norteamericana. Cierto es que sólo he viajado de turista a EEUU, por eso me amparo en opiniones más autorizadas que la mía para abominar del discurso frívolo, pero rabioso e incendiario, de Sarah Palin. Por una parte lo veo lejano, pero se acerca peligrosamente cuando escucho las voces de algunos colegas hispanos que se parecen cada vez más a Palin y sus secuaces.

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