Todo es posible

Salud e igualdad

Mañana iré a la madrileña plaza de Chueca para asistir, por primera vez, a un concierto "silencioso". Tengo curiosidad por ver si es posible celebrar una fiesta multitudinaria con auriculares, sin hacer ruido, pero también quiero participar en la campaña de lucha contra el sida y, más que nunca, manifestar mi apoyo a cuantos celebran estos días las fiestas del Orgullo, que este año tiene como lema "Salud e igualdad por derecho". Porque resulta que, a estas alturas, hay que fortalecer colectivamente las defensas contra dos potentes enemigos de los derechos de gays, lesbianas, transexuales y bisexuales. Uno es el VIH, que aumenta de manera preocupante entre los jóvenes de este colectivo. Las instituciones tienen que asignar más fondos a las campañas de información sobre los métodos para prevenir la enfermedad. No se puede bajar la guardia en la lucha contra el sida, ni tampoco contra quienes pretenden restringir ciertos derechos adquiridos, tales como la ley que ampara el matrimonio homosexual, pendiente del recurso que el PP interpuso ante el Tribunal Constitucional.

Alentados por la próxima visita del papa, los obispos han hecho un llamamiento a la desobediencia de las leyes que, en su criterio, "no son justas por el mero hecho de haber sido aprobadas por las correspondientes mayorías, sino por su adecuación a la dignidad de la persona humana". Se refieren, en esta ocasión, al llamado proyecto de Ley de Muerte Digna, pero no es la única que ciertos grupos de presión político-religiosos están dispuestos a invalidar si, tras las elecciones, cuentan con el apoyo de una nueva mayoría gubernamental.

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