Todo es posible

La izquierda pragmática

En estos días de turbulencias financieras, se oye y se lee a todas horas que la izquierda está superada, sometida y desmantelada. Que para resolver la crisis se impone el pragmatismo y que cada vez tiene menos relevancia la ideología política. Lo afirma Nicolas Berggruen, presidente del Consejo para el Futuro de Europa, un grupo de sabios integrado por destacados líderes políticos, entre los que se encuentran varios expresidentes socialistas, que acaban de presentar en Bruselas sus propuestas económicas. Viene a decir Berggruen que los límites están difusos, porque la izquierda ya ha asumido el progreso capitalista, del mismo modo que los conservadores han abierto sus mentes a los asuntos morales.

Hubo un tiempo en el que la derecha y la izquierda estaban separadas por una frontera intransitable. Había dos formas radicalmente opuestas de ser, de pensar y hasta de vestir. Ambas posiciones fueron evolucionando hacia zonas ideológicas más templadas, lo cual les permitía repartirse el espacio político civilizadamente. Pero las cosas han cambiado, sobre todo, en este país nuestro donde se puede afirmar de un modo contundente y sin el menor reparo "yo soy de derechas de toda la vida" y, sin embargo, se intenta ridiculizar al que insinúa algo parecido desde la izquierda, como si sus ideas hubieran quedado obsoletas. Lejos de ser anecdótica, esa actitud demuestra que la derecha ha tergiversado el lenguaje a su favor y está ganando la batalla semántica. Antes de que se imponga por goleada, propongo que se reivindique el término de izquierda pragmática, en el sentido de útil y eficaz.

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